Salario mínimo vs. canasta familiar

Siempre que tan solo se habla de aumento del salario mínimo, “mágicamente” los precios de la canasta familiar suben a los cielos. Es por eso que las instancias encargadas deben pensar en una solución enfocada no solamente en el aumento en sí, sino en que ese monto no pierda su poder adquisitivo. Las subas de precio afectan a todos, pero el aumento de salario llega solo a un 9% de los trabajadores, aproximadamente.

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Para el 13 de junio, el Ministerio de Trabajo y el Consejo Nacional de Salario Mínimo (Conasam) anuncian una reunión para tratar el reajuste que, en principio, sería de G. 250 mil. El Dr. Enrique López Arce, especialista en empleos, puso el foco al tema en el programa Noticias y Más emitido por ABC Cardinal.

En dicho programa, fue más allá de la discusión sobre montos. Ya que más que discutir sobre montos hay que enfocarse en que dicho aumento signifique mantener el poder adquisitivo de este beneficio contemplado por ley.

A modo de contexto, también hay que entender que estamos en una situación económica difícil: las empresas aun no están recuperadas al 100% después de la crisis que ha significado la pandemia y desde el sector advierten que el aumento también podría significar una eventual ola de despidos.

“Fueron cuatro años muy malos, muchos tuvieron que aceptar una disminución de salarios y otros fueron despedidos”, enfatizó López Arce.

¿Qué hacer? es la gran pregunta. Y para saberlo, todas las variables deben ser consideradas para que todos sean beneficiados. El impacto de la suba va mucho más allá de ese 9% de trabajadores que eventualmente serán beneficiados.

Por ejemplo, existen trabajadores, denominados cuentapropistas que todos los días salen a ofrecer sus servicios y reciben paga sin estar dentro del sistema formal.

A esa gente, que por cierto está endeudada mayormente para cubrir temas de salud (se estima que 6 de cada 10 préstamos fueron para ese objetivo) también le llegará el efecto expansivo de los aumentos de la canasta básica y no existe un plan para contenerlos.

Eso, sin contar el inminente aumento, también, del precio del combustible. Estamos en un callejón sin salida y pareciera que a nadie le importa de verdad encontrar una escalera para pasar al otro lado de manera tranquila y sin que nadie salga lastimado.

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