Es que si no fuese por la exótica abstención del senador Buzarquis para elegir al segundo integrante del Tribunal Superior de Justicia Electoral, todos los senadores de los diferentes partidos y bancadas habrían dado su voto unánime a los designados César Rossel y Jorge Bogarín González.
Exótica porque el senador la justificó argumentando cuestionamientos al proceso de selección, aunque previamente había dado su voto a favor de la designación del primer integrante, dentro de ese mismo proceso que cuestionó.
Anécdota al margen, el Tribunal Superior de Justicia Electoral vuelve a estar completo, bajo la lógica del equilibrio de fuerzas que desde su conformación estableció como criterio, que a un integrante colorado y a otro liberal, se le agregue un tercero que represente el gelatinoso concepto de tercer espacio, o, más engañoso aún, de candidatura independiente.
Bajo esta misma lógica César Rossel fue designado integrante como cupo del Partido Liberal Radical Auténtico y Jorge Bogarín González como representante del tercer espacio.
La misma mano que mece la cuna que actuó para esa aplastante mayoría, cuasi unánime, en el Senado, es la que hizo que en la convocatoria para completar las dos vacancias en el TSJE, no se seleccionase a ningún candidato colorado en las dos ternas, algo asombroso si no se tratase de un tácito acuerdo político, considerando la cantidad de postulantes afines al principal partido político del país.
Todo esto sin que ninguno de los miembros del Consejo de la Magistratura pueda explicar razonablemente cómo es que se llegó a esta selección, tratándose de una convocatoria abierta.
Mucha candidez, pensarán con razón algunos, aunque en realidad es un llamado a tratar de transparentar aún más este tipo de convocatorias, dejando de lado la teatralización y la pirotecnia, cuando existen requisitos que no son explicitados pero que definitivamente establecen los parámetros de selección.
La designación de Rossel y Bogarín llega con viento a favor, no solo por aquello de que la escoba nueva siempre barre mejor, sino además por el perfil de ambos.
Rossel es joven, tiene 41 años, y conoce perfectamente la institución en la que empezó a trabajar siendo aún adolescente.
Bogarín es un experimentado hombre de derecho, exmagistrado, y con una cintura política que le permite caer bien en diferentes grupos políticos antagónicos.
Sin embargo, llegan a una institución que históricamente funcionó como agencia de empleos, de cargos y rubros para los operadores políticos.
Para lograr un cambio no bastará con organizar periódicamente elecciones y que en estas se respeten los resultados. Esa es una premisa básica, elemental.
La otra gran pata es la administración de los recursos públicos en esa caja con la que los políticos ajustan sus compromisos de campaña.
Es algo sobre lo que conversamos en la 730AM con Jorge Bogarín ni bien fue nombrado, entrevista en la que aseguró que buscará la máxima transparencia en el manejo de los recursos humanos y administrativos del órgano electoral.
El escepticismo prevalece, y aunque de entrada rija el beneficio de la duda, finalmente será como sostiene aquel precepto bíblico, de que por sus frutos los conoceremos.