Si uno lee los últimos titulares de Venezuela, podría caer en el engaño de creer que Venezuela está dando un giro de 180 grados en su política económica, y volviendo a abrazar las políticas de libre mercado.
Pero es una ilusión. A juzgar por la opacidad de las medidas recientemente anunciadas por el dictador Nicolás Maduro, que permiten la venta de participaciones minoritarias en empresas estatales a inversionistas privados, lo más probable es que solo sea una estrategia para hacer aún más ricos a los empresarios amigos del régimen.
Las nuevas medidas crearán una nueva casta de oligarcas venezolanos que se beneficiarán comprando activos estatales en condiciones preferenciales, igual que los oligarcas rusos se enriquecieron comprando empresas estatales en la Rusia de Vladimir Putin.
Maduro anunció la semana pasada que venderá a inversionistas privados entre 5% y 10% de varias empresas estatales deficitarias. Entre ellas está la empresa de telefonía e internet CANTV, que había sido nacionalizada por Hugo Chávez en 2007.
“Necesitamos capital para el desarrollo de todas las empresas públicas”, dijo Maduro en un discurso televisado el sábado 14 de mayo. “Necesitamos tecnología. Necesitamos nuevos mercados”.
Maduro ya había dado señales de una aparente apertura económica el año pasado, cuando permitió que un número creciente de transacciones se realizaran en dólares. Desde entonces, la economía venezolana se ha dolarizado casi en su totalidad.
En Caracas, la capital, mucha gente compra comida en los supermercados en dólares, y los peluqueros, entrenadores personales y dentistas cobran en dólares. Los restaurantes en algunas partes de la ciudad han vuelto a llenarse, con clientes bien vestidos que pagan en dólares.
Varios artistas internacionales están volviendo a Venezuela. Los mexicanos Cristian Castro y Emmanuel, y el grupo colombiano Piso 21, tienen programados espectáculos en Caracas entre fines de mayo y principios de junio.
Los economistas sospechan que gran parte de los dólares que circulan en Venezuela vienen del tráfico ilegal de oro, o las drogas, o es dinero que funcionarios y compinches del gobierno han traído de bancos rusos, suizos y turcos.
Muchos “enchufados”, como se los llama en Venezuela a quienes tienen conexiones gubernamentales, han repatriado su dinero de bancos rusos, especialmente tras las sanciones internacionales a Rusia por la invasión de Putin a Ucrania.
El banco Credit Suisse ha pronosticado un crecimiento de 20% para la economía de Venezuela este año, aunque el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica un escaso crecimiento de 1.5% en 2022.
Pero para poner las cosas en perspectiva, estudios citados por Bloomberg News muestran que la economía de Venezuela ha caído tanto en los últimos años, que se necesitaría un crecimiento anual del 10% durante 18 años seguidos para volver a los niveles de 1997, antes de que Chávez asumiera el mando.
La verdadera historia detrás de la ilusión de una apertura económica en Venezuela es que el régimen de Maduro está corto de fondos. Aunque Venezuela teóricamente se beneficia del aumento de los precios mundiales del petróleo, su industria petrolera está en ruinas. Y las sanciones internacionales a Rusia han afectado al régimen de Maduro, que había estado utilizando bancos rusos para eludir las sanciones de Estados Unidos a Venezuela.
“Si compras el 5% o 10% de una empresa estatal venezolana, estarías invirtiendo a ciegas, porque no hay información, ni gobernabilidad, ni estado de derecho, nada”, me dijo Pedro Burelli, un asesor de CANTV cuando la empresa vendió parte de sus acciones al sector privado en la década de 1990. “Además, si eres un socio minoritario en una empresa estatal, no existes”.
En resumen, la supuesta recuperación económica de Venezuela es una burbuja de riqueza, mayormente de origen ilícito, en un país que tiene una tasa de pobreza del 94%, la más alta de América Latina, según una encuesta nacional de la Universidad Católica Andrés Bello. Los únicos beneficiarios de las nuevas medidas económicas serán los nuevos oligarcas de Maduro.