La Pascua Dolorosa comenzó en abril de 1976 con la tortura y muerte de Silvano Ortellado Flores, un dirigente campesino de Santa Rosa, Misiones. El líder fue apresado en su domicilio, golpeado y arrastrado por las calles, en presencia de sus hijos Juan y Silvano Ortellado Meza, quienes vieron a los esbirros de la dictadura la forma que torturaban al progenitor para después ejecutarlo degollado.
Desde esa fecha, los integrantes de las LAC fueron arreados como animales hasta el batallón de Seguridad de la Delegación de Gobierno de entonces, en un campo de concentración conocido como Abraham Cue, en San Juan Bautista, Misiones.
Los miembros de las Ligas Agrarias se habían organizado en cooperativas, formaron en las colonias almacenes de consumo y la escuelita campesina. Además se reunían en forma periódica para analizar la situación política y social del país. Era lo suficiente para que la dictadura ordene una tenaz persecución, apresamiento, tortura, muerte y desapariciones.
La organización era considerada, por el régimen, de comunistas y un peligro para la “paz y la seguridad nacional”. Con ese argumento vino la orden superior de apresar y encarcelar no solo a los lideres sino a todos los integrantes, hombres, mujeres y ancianos.
Un grupo de represores de la Policía stronista encabezado por Camilo Almada Morel, alias Sapriza, cumplió a rajatabla el operativo. Centenares de campesinos fueron apresados y torturados y algunos desaparecidos. Según testigos, los cuatro hermanos López: Francisco, Elicto, Policarpo y Adolfo después de una larga sesión de tortura fueron llevados en un Jeep militar y nunca más se pudo encontrar sus restos.
Con la apertura democrática se ha demostrado que los campesinos ni eran peligrosos ni estaban preparados para un enfrentamiento armado. Eran apenas agricultores que cultivaban la tierra, trabajaban en minga y buscaban mejorar los niveles de vida y las condiciones sociales del campesinado.
Pero sí eran muy criteriosos y tenían la capacidad de cuestionar al régimen por la forma imperativa, vertical y represiva de la dictadura. Pese a la desintegración de las Ligas Agrarias, la Pascua Dolorosa quedó en la historia y con el mérito de haber desgastado al régimen totalitario.