Así, las personas lisiadas, con sobrepeso, muy altas, muy bajas, muy flacas o con alopecia son el centro de burlas y “marcantes” crueles que mellan su siquis para toda la vida.
Las bromas capacitistas no son graciosas. Justamente, hace una semana, Jada Pinkett Smith fue objeto de una de parte del actor Chris Rock, quien, en plena ceremonia de la entrega de los Premios Oscar bromeó respecto a la “pelada” de la actriz. Ofuscado, su esposo, el actor Will Smith irrumpió en el escenario para propinarle una bofetada a Rock y vociferarle palabras de grueso calibre por no respetar el problema de alopecia que sufre su esposa y quien por tanto luce esa “pelada”.
En el análisis del episodio la gente se pregunta ¿quién actuó mal? La respuesta es sencilla: los dos. Burlarse de la imagen de una persona que padece alguna dolencia o enfermedad, así como tratar de resolver diferencias a los golpes y peor aun en plena transmisión internacional ante millones de espectadores son cosas reprochables.
Respecto al caso, hay quienes especulan hasta hoy que todo se trató de un montaje para levantar la alicaída popularidad de los premios. Cosa muy poco probable dadas las circunstancias que hoy tienen a Smith alejado de la Academia al presentar su renuncia tras el escándalo que generó diciendo que lo hacía “en el nombre del amor”. Ningún acto de violencia puede justificarse invocando al amor.
Smith se perdió la gran oportunidad de ser un caballero, o al menos una persona de bien, aprovechando un espacio para concientizar sobre el problema de alopecia en las mujeres y las consecuencias que tiene como la depresión y crisis de ansiedad. Resolvió ir por la vía de la testosterona y mostró que, si es capaz de ser así de violento en público, sería tal vez el doble de violento en privado.
Por otra parte, este episodio también nos mostró que de alguna manera la burla está normalizada y que esto es síntoma de que nuestra sociedad necesita replantearse sus valores y por sobre todo necesita educar a las futuras generaciones en la tolerancia, en el entendimiento de que ser diferente es en realidad ser especial, y que el valor de cada persona radica en ese carácter de saberse único.
La próxima vez que estemos tentados a hacer una broma capacitista, porque lo estamos, pensemos en cómo nos sentiríamos nosotros si somos blanco de tal cosa y si lo somos, pensemos en resolver las cosas por otra vía que no sea la de los golpes.