La “productividad” de la economía paraguaya, precisó, es su base del combate contra la inflación, donde el componente monetario pasa a segundo plano y se usa como agregado de competitividad para las exportaciones que generan divisas y “productividad”.
Con ese argumento justificó la pérdida del poder adquisitivo del salario de los paraguayos que los ganan en guaraníes. En defensa de José tengo que decir que es alguien que siempre se preocupó por sintonizar con la “vanguardia” del pensamiento económico del sistema financiero norteamericano.
Robert Mcteer y Jeremy Stein, ambos influyentes académicos que trabajan con el sistema financiero de EE UU; Ben Bernanke (“Bernanke Doctrine” colección de decisiones tomadas por él desde la Reserva Federal norteamericana) y Thomas Oatley (serie “International Political Economy”), son algunos de los referentes de esa “vanguardia”.
En realidad, todos son seguidores del alemán Richard Werner (“Prince of Yen”) quien es el ideólogo original del “quantitative easing”, la matriz en la que se encuadran las ideas expuestas por José en la entrevista.
El “quantitative easing” (“flexibilización cuantitativa”) es la nueva e ingeniosa manera de encubrir con retórica difícil la mera expansión de la base monetaria (la cantidad de dinero, para decirlo en fácil).
“Que la inflación es un fenómeno monetario es una de las proposiciones mejor demostradas” decía Milton Friedman después de haber estudiado el fenómeno en “Historia Monetaria de EE UU” y otros muchos ensayos posteriores.
Y a pesar del sofisticado palabrerío con que pretenden encubrirlo ahora, el índice inflacionario de EE UU, el mayor en más de tres décadas, confirma que el “quantitative easing” que aplica la banca central norteamericana (Reserva Federal) tiene el efecto que Friedman atribuye a la expansión sin sustento de la base monetaria.
Nuestro país está aplicando, en general la misma política, según se desprende de las declaraciones de José.
El resultado es la pérdida del poder adquisitivo del salario de los paraguayos que los ganan en guaraníes. A grosso modo, un paraguayo que ganaba tres millones de guaraníes en 2018, tenía a su disposición unos quinientos dólares, tal vez más. Ahora tiene a su disposición cuatrocientos veintiocho dólares. Perdió setenta y dos dólares de poder adquisitivo.
Aquí, como en EEUU, esa diferencia fue transferida a los generadores de “productividad” (en Paraguay los exportadores, en EE UU a los grandes conglomerados económicos), aumentando como nunca en la Historia, la brecha entre ricos, cada vez más ricos, y los demás, cada vez más pobres.