Las endorfinas, ¿son la droga de la felicidad?

Las endorfinas son lo que en medicina se denomina “péptidos”, que funcionan como neurotransmisores, por lo tanto, son una sustancia que es producida por nuestro propio cerebro de la mano de nuestro hipotálamo y la glándula hipófisis. Poseen una estructura muy similar a la de los opiáceos (morfina, opio, etc.) pero sin sus efectos adversos.

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Son llamadas “morfinas internas” debido que estos químicos naturales actúan como analgésicos y estimulan los centros de placer y crean acciones y, por ende, situaciones asociadas con la satisfacción y contribuyen a eliminar el malestar. Las endorfinas tienen una vida muy corta ya que son eliminadas por determinadas enzimas que produce el organismo.

Constituyen una medida para mantener nuestro cuerpo en equilibrio y colaboran en procesos esenciales para la vida como la modulación del apetito, en la liberación de hormonas sexuales y nada mas y nada menos que el fortalecimiento del sistema inmunitario. En general, las endorfinas son producidas en situaciones que otorgan placer y felicidad. Es decir, ante un acontecimiento nuestro cerebro procesa aumentando la liberación endorfínica o disminuyéndola. Esa elaboración cerebral implica bioquímicamente un incremento de la liberación de endorfinas en pos de sucesos placenteros y una disminución para los hechos desagradables.

Tengamos en cuenta que en el cerebro distinguimos 3 capas, como señala Mc Lean, el “cerebro triúnico”: la neocorteza cerebral que es la mas evolucionada, intelectual y es donde se afinca el comportamiento inteligente, del raciocinio. La parte media, primitiva, “cerebro límbico”, que guía cantidad de funciones y es la sede de las emociones y sentimientos, las sensaciones de bienestar y malestar. Es una parte muy poblada en endorfinas. Y, por último, el “cerebro paleomamífero” que es la mas profunda, instintiva, controla los mecanismos de supervivencia. Un suceso placentero o agradable produce en el límbico una liberación endorfínica que la neocorteza procesa y se pregunta si tal suceso puede repetirse. Esta pregunta se establece puesto que en esta parte del cerebro residen los valores éticos y morales, por lo que se evaluará si la repetición de un acto agradable puede reiterarse o será inhibido si no es aceptado socialmente. En cambio, un suceso agradable, socialmente aceptado, sí será liberado para su repetición si el neocortex lo aprueba y lo refuerza positivamente.

Por lo tanto, ante un suceso agradable, las endorfinas liberadas nos van a proporcionar una sensación de bienestar que provocará un deseo irrefutable de repetir el suceso agradable. En términos psicológicos, esta conducta se sustenta en un fundamento emocional y orgánico mediante los neurotransmisores endorfínicos y se conoce como refuerzo positivo de un suceso agradable. En este sentido, se genera una cadena de “comportamientos placenteros que generan comportamientos placenteros”.

En cambio, de cara a un suceso desagradable, la escasez de endorfinas liberadas en un organismo fácilmente nos van a llevar a una situación de tristeza o a generar mayor nivel de angustia y a una visión pesimista, con una proliferación de pensamientos negativos que provocan aún mas estas emociones difíciles de tramitar. Se incrementa así la hormona del estrés -el cortisol-, las personas se llenan de ansiedad, se tensionan, contracturan, se vuelven irritables y se tiende a evitar la repetición del suceso. En términos psicológicos, esta conducta, se conoce como refuerzo negativo de un suceso desagradable.

Efectos de la droga de la felicidad

Debe entenderse que crear comportamientos saludables produce endorfinas, pero también son éstas las que confeccionan conductas placenteras, todo en una interinfluencia y un feed-back permanente. Sus efectos son similares a los opiáceos sintéticos en su acción como analgésico, producen sensación de bienestar y hasta euforia. El consumo, por ejemplo, de alimentos picantes o el chocolate, son productores de endorfinas. Pero como son un vehículo material del placer, la euforia, la felicidad, también provocan el alivio del dolor puesto que son nuestras morfinas internas absolutamente naturales. Igual que los opiáceos, una vez experimentado el placer de la secreción endógena de estas sustancias nos quedamos dependientes de ellas. Es decir, son adictivas, pero es una “adicción positiva”.

Las endorfinas son neurotransmisores que aumentan en los momentos placenteros de nuestra vida - la alegría, la emoción, el placer sexual y disminuyen en los momentos tristes como el dolor de la separación, las muertes, enfermedades graves, peleas, o sea situaciones de gran producción de estrés. Esta llamada “droga de la felicidad” por algunos autores, muestra que nuestras reacciones e incluso nuestra personalidad tienen su origen en la bioquímica que nos gobierna. Pero es interesante a su vez entender que podemos gobernar algunos de estos procesos químicos aprendiendo a utilizarlos de acuerdo con nuestras necesidades, por ejemplo, creando situaciones positivas que produzcan nuestras endorfinas y así en una reproducción encadenada.

¿Qué podemos hacer para crear o favorecer la producción de endorfinas?

En principio, una buena noticia es que podemos recrear situaciones que disparen en nuestro cuerpo estos estimulantes, a fin de multiplicar los momentos de bienestar a lo largo del día. Simplemente puede llevarse a cabo lo que a uno mas le produzca placer: cantar -y no importa la entonación-, bailar, tocar la guitarra, reunirse con amigos, pasear, caminar en un parque, abrazarse, tener sexo, o sea: todas las acciones que te den placer y alegría. Así se abrirán las compuertas del ansiolítico y miorelajante mas natural. Algunas actividades que producen nuestras morfinas:

  • El ejercicio físico (el estrés positivo o eutrés), provoca un aumento de la cantidad de endorfinas en sangre y se crea una sensación de vitalidad y bienestar. Ya desde unos pocos minutos de actividad se retrasa la aparición de fatiga. Desde salir a caminar, hacer gimnasia, tomar una clase de aerobic, bailar, correr, dan al organismo la cuota de endorfinas y cambiará el estado de ánimo mejorando el resto de acciones cotidianas. Los deportistas necesitan su dosis de endorfinas diaria, se hallan adictivamente enganchados, o sea, si adquirimos el hábito de hacer deporte, nuestro organismo nos pedirá hacer deporte y echaremos en falta el ejercicio físico cuando dejemos de practicarlo. Por tales razones, el alza endorfínica mediante el deporte es muy aconsejable en todas aquellas enfermedades relacionadas estrés crónico, los trastornos de ansiedad, la depresión, los pánicos, la patología orgánica crónica, el cáncer, las enfermedades autoinmunes, entre otras.
  • El contacto con la naturaleza posibilita el buen humor, la relajación y nos llena de energía. Un rato en un parque, el contacto con los olores, el pasto, los árboles, los pájaros, pueden ayudar a liberar endorfinas y obtener una visión positiva en el día.
  • La risa y la alegría son fuente de endorfinas y está comprobado sus beneficios en la química del cerebro y del sistema inmunitario. Además, la risa se asocia a situaciones de alegría y generan un estado de bienestar.
  • Las técnicas de relajación, como el yoga, mind fulness, tai chi, meditación, etc., favorecen la segregación de endorfinas y son excelentes para reducir el estrés.
  • Los abrazos, caricias, besos, estimulan la descarga de endorfina. Las muestras de afecto también generan placer y bienestar. Los abrazos plenos especialmente, además de aportar oxitocina (la neurohormona de la generosidad, el amor, la paternidad y maternidad) llenan nuestro cuerpo de endorfinas, nos generan sonrisas y la alegría del compartir el afecto.
  • La música provoca una importante liberación de endorfinas, se asocia con los momentos agradables, hace que disminuya el ritmo cardíaco y respiratorio y favorece la relajación muscular.
  • Visualizaciones, recreando situaciones vividas positivas o imaginarlas visualizando momentos gratos para revivir el placer y la alegría.

Endorfinas y salud

Por ejemplo, en el estrés la activación del eje endocrino en pos de la adaptación y mejorar el rendimiento en ciertas situaciones, es un mecanismo biológico normal. El estrés despierta en el organismo una respuesta activa e hipertónica mediada por el sistema nervioso simpático y es el cortisol nuestro combustible extra para conducir mejor las situaciones. Cuando el organismo es capaz de responder y adaptarse a una situación estresante, a posteriori del “esfuerzo” se produce un aumento de la liberación de endorfinas que se percibe emocionalmente como una sensación de bienestar. Es cuando la persona dice “lo logré”. Pero cuando el organismo no es capaz de responder y adaptarse a una situación crítica, puede cronificarse, elevarse la ansiedad y se produce una disminución de la liberación de endorfinas: la sensación es de malestar. Este es el estrés crónico. Por tales razones, en este caso se recomienda ejercicios de relajación, práctica deportiva, comida sana, crear situaciones positivas y regular la exigencia personal y del contexto. De esta manera estimulamos la producción de endorfinas.

Por otra parte, en los trastornos depresivos se ha detectado una disminución en la liberación de endorfinas endógenas y un aumento del cortisol. Quiere decir que el nivel endorfínico determina nuestro estado de ánimo y el buen humor y placer. Por ejemplo, durante el embarazo se detectan niveles altos de endorfinas, mientras que después del parto disminuyen y muchas veces se desencadena la conocida depresión post-parto.

Las endorfinas también activan la inmunidad celular del organismo permitiendo una mejor defensa en las enfermedades infecciosas. Muchas de las patologías generan estrés -por no afirmar que la mayoría- y la introducción de endorfinas, favorece el sistema inmunitario, desde un resfrío, cualquier enfermedad autoinmune, hasta el cáncer.

Las endorfinas mejoran la valoración personal, las relaciones sociales, los afectos y su expresividad, la creación de momentos saludables y amorosos, y favorecen el equilibrio de nuestra salud general, tanto física, emocional y psicológica.

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