Tiroteo en San Ber

Grábense esta fecha: 30 de enero de 2022. Día en el que la mafia salió de su escondite y entró a un concierto para dejar su sello asesinando a dos personas (la influencer Vita Aranda y el supuesto narco Marcos Ignacio Rojas Mora), hiriendo a cinco y matando a la debilitada industria del entretenimiento que trataba de levantar cabeza tras las restricciones por la pandemia del covid-19.

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Asesinatos en pleno concierto, al son del mejor vallenato colombiano, el de Binomio de Oro, un guión de película policial llevado a la vida real que evidencia lo vulnerables que estamos frente al avance del narcotráfico.

Con total falta de “elegancia” ni códigos no solo arrebataron vidas, sino que también la dignidad de la ciudadanía y nos mostraron, una vez más, cómo los narcos viven amparados y protegidos por la Policía Nacional.

Muchas cosas pueden analizarse del malogrado Jaumina Fest 2022 realizado en el anfiteatro José Asunción Flores en San Bernardino. Pero centrémonos en algo neurálgico como en la institución que debe encargarse de perseguir a los delincuentes y protegernos a los ciudadanos de a pie.

A resultas de las investigaciones se descubrió que uno de los abatidos está ligado al narcotráfico así como otros dos heridos que se encuentran internados y con custodia policial.

El propio ministro del Interior, Arnaldo Guizzio reveló que José Luis Bogado Quevedo, herido, cuenta con 34 procesos abiertos en el Brasil y que sus datos fueron modificados en la base de datos de la Policía Nacional unas 27 veces, borrando el “código rojo” de búsqueda internacional.

A consecuencia, dos agentes sospechosos de haber hecho el cambio ya están detenidos en la Agrupación Especializada. Como efecto “colateral” hoy tenemos nuevo comandante de la Policía Nacional.

Sin embargo, aunque las nuevas autoridades tengan la preparación y trayectoria adecuadas, eso no borra que la estructura policial está podrida y que los dos agentes detenidos son solo los chivos expiatorios de una rosca mucho más poderosa que apaña y protege a delincuentes del crimen organizado.

Estos se llenan los bolsillos con dinero sucio y manchado de sangre. Pero ellos mismos saben que no existe encubrimiento perfecto y que más tarde o más temprano la mafia les pasará la factura también a ellos. A algunos ya se la ha pasado golpeándoles en donde más les duele: su familia aparentando un accidente.

El miedo para ellos y también para nosotros ya está instalado. Que Dios nos ampare.

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