Ver peces nadando, admirar el color turquesa y verdoso del agua, en otros sectores, hace que despierte la curiosidad de numerosas personas de estos arroyos ubicados en el distrito de San Alfredo, a unos 80 kilómetros al norte de la capital del primer departamento. Las enormes piedras que están bañadas por las cristalinas aguas, tampoco pasan desapercibidas a los ojos de los visitantes.
Tomarse una foto, hacer videos utilizando incluso drones y mostrarlos en las redes sociales hace que cada vez más personas se muestren interesadas en conocer estas bellezas naturales que aún se conservan en esta parte del país.
Con el paso de los años se van viendo también los déficits que se tiene en los sitios que reciben a los turistas. Estas aguas cruzan distintas propiedades privadas, algunas abren sus portones y permiten el masivo ingreso. En tanto que otras hasta ahora optan por ser más privadas.
Entre los puntos a mejorar se encuentra la atención a los visitantes, se debe elevar el nivel de los sitios que se alquilan para el descanso, muchos optan por acampar. La capacitación es urgente, dejar la manera empírica es una tarea obligatoria para quienes explotan el paso de las cristalinas y frescas aguas por sus propiedades.
Y quizá el punto más importante en donde se debe tener un mejor control es en el cuidado de la naturaleza. Se ve a los veraneantes consumir bebidas y alimentos en el agua, dejando sus desechos en las cercanías de los arroyos o peor aún, los tiran en el agua.
Hay mucho que hacer aún para visitar estos arroyos que tenga todos los aditamentos que los visitantes requieren. El crecimiento de la zona debe ir de la mano con la naturaleza, de lo contrario se perderá esta maravilla natural que puede generar mucho movimiento económico.