La situación viene de muy atrás. Ucrania formaba parte del Imperio Ruso y después formó parte de la Unión Soviética y ambos, el Imperio y la Unión, trabajaron intensamente sobre una política de rusificación de sus dominios.
Los zares de Rusia y Stalín, después, éste último secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, alentaron el establecimiento de amplias comunidades rusas en los países bajo su dominio y en Ucrania hay, en consecuencia, grandes comunidades rusas. Todo el Este de Ucrania y Crimea fueron “rusificadas”.
La implosión de la Unión Soviética en 1991 determinó la independencia de Ucrania que, desde entonces, es un país libre y soberano que impulsó la “ucranización” de su territorio.
Las comunidades rusas pidieron entonces auxilio a Rusia que ya se anexó Crimea y que busca algún sistema de autonomía del resto de las comunidades rusas del Este de Ucrania o, también, su anexión a Rusia.
Ucrania recurrió a la alianza militar liderada por Estados Unidos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para mantener su integridad territorial y ahora la OTAN se encuentra con la posibilidad de desplegar misiles nucleares a pocos minutos de vuelo de Moscú, la capital de Rusia.
La semana pasada, el presidente ruso, Vladimir Putin, hizo un discurso en el que advirtió que Rusia no tolerará la instalación en Ucrania de misiles que pueden llegar a Moscú en tres minutos, si la OTAN se decide por los nuevos misiles hipersónicos disponibles.
La situación recuerda la Crisis de los Misiles, que en 1962 puso al mundo al borde mismo de una guerra mundial nuclear, cuando la Unión Soviética, a pedido del entonces dictador de Cuba, Fidel Castro, quiso instalar en Cuba misiles que estarían a diez o quince minutos de vuelo de Washington, capital de Estados Unidos.
John Kennedy, que en aquellos días era presidente norteamericano, hizo saber a la Unión Soviética que no toleraría tal despliegue y que prefería la guerra antes que correr el riesgo de tener misiles enemigos amenazando tan inmediatamente al país.
La Crisis de los Misiles se resolvió con la Unión Soviética cediendo ante Estados Unidos a cambio del reconocimiento norteamericano de la neutralidad de Finlandia.
No sé si el actual presidente norteamericano, Joe Biden, tiene la capacidad de negociar con Rusia un acuerdo parecido. Y Putin tiene razones para pensar que su contraparte no la tiene.
Las guerras son siempre el resultado de errores de cálculo de una de las partes sobre la capacidad de reacción de las otras. Un error así desató la Segunda Guerra Mundial cuando el dictador de Alemania, Adolfo Hitler, estimó que los líderes ingleses y franceses no cumplirían sus compromisos en defensa de Polonia.