El cerebro resiliente

Hemos repasado en artículos anteriores, la capacidad que posee el cerebro de curar enfermedades, producir felicidad, rejuvenecer, iluminar la mente, enriquecer el intelecto, evolucionar el espíritu, proyectar un futuro y mejorar el presente. Todas estas actividades que se observan y que analizan las neurociencias. Y cuyos descubrimientos a través de imágenes, nos llenan de curiosidad y asombro.

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En esta ocasión, nos toca hablar del cerebro resiliente, que no es nada nuevo, no se trata de ningún descubrimiento actual, simplemente le hemos puesto esa denominación por la necesidad de referirnos a ese enorme poder que tiene la mente de recuperarse de crisis, de situaciones difíciles y complicadas. Aunque todavía no superamos la pandemia, es momento de analizar el tema.

¿Qué es una mente resiliente? Según los psicólogos que se ocupan de este asunto, algunas personas tienen más facilidad de superar problemas, mientras otras tardan más tiempo y se les complica más las cosas. La vida depara una serie de hechos positivos y negativos en todo su transcurrir. Algunos individuos tienen una serenidad, una calma para soportar con estoicismo todo dolor y sufrimiento, mientras que otros no pueden aguantar ni las situaciones más pequeñas en cuanto a adversidades.

A que se deben esas diferencias?. Se trataría de una cuestión de personalidad o de carácter?. Tiene algo que ver la genética o la evolución espiritual?. Habría que ver la alimentación o el estilo de vida?. Intervienen los valores o el ambiente?. Probablemente todos los factores intervengan para forjar el cerebro resiliente. Lo cierto es que urge desarrollar las fortalezas para empezar de nuevo e ir hacia adelante. Hay que recomponer las piezas mentales una a una para reconstruir la vieja historia y actualizarla según las circunstancias.

Como sostienen los neurocientificos; traer todas las experiencias del pasado. Presentar en la mesa en el aquí y el ahora, y a partir de allí diseñar el futuro, con todas las herramientas con que disponemos. La mente tiene una plasticidad para adaptarse a toda clase de momentos. Lo tendremos que hacer con positivismo y entusiasmo. Después de las guerras y las pandemias, el ser humano surge cual ave fénix de las cenizas. Se ha comprobado después de Hiroshima y Nagasaki, después de las catástrofes naturales y otros hechos terribles.

Hermosa la palabra resiliencia. Nunca mejor expresada que ahora. Vamos a recurrir a los libros de autoayuda, a los grandes motivadores internacionales, cuyos discursos son tan espectaculares. Vamos a utilizar todas las ideas positivas y ser verdaderos emprendedores. Usaremos la imaginación y la creatividad al máximo. Hemos sufrido pérdidas de seres queridos y el dolor es inmenso. Tendremos que cerrar ciclos y curar heridas emocionales muy grandes.

Toda la fuerza se encuentra en la mente resiliente, la que es capaz de generar los cambios y hacer las grandes revoluciones. En las neuronas están las respuestas a todas las incógnitas. Pasará la tormenta y aprenderemos la lección de no volver a errar como antes. Cuidar más la salud y el mismo planeta. Seremos más amorosos con la naturaleza y con nuestros hermanos menores que son las plantas y los animales.

La ciencia seguirá avanzando como la tecnología, siempre para el bien común. Se escribirán muchos libros y nacerán maravillosas obras de artes. La comunicación avanzara a pasos agigantados y veremos que el crecimiento humano no tiene fin. Estamos sanos y estamos vivos. Agradeciendo este final de año a los compañeros de sueños y de rutas, enviando todo este tiempo buena onda. Creyendo siempre en un tiempo mejor y tomando las medidas de cuidado.

Cuando estuvimos miedosos y en soledad, sentimos sus abrazos y la fuerza del cariño. Fueron momentos muy duros sin lugar a dudas. Todavía queda un camino por recorrer hasta que todo finalice. Esta es la resiliencia, el enorme poder de reorganizarnos y restaurar la vida comenzando un nuevo ciclo. Con experiencias vitales y reverdecidas esperanzas.

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