La pregunta nos cuestiona y desafía: ¿Estamos entendiendo lo que pasa en el mundo? ¿Lo que pasa en nuestro país? ¿Por qué pasa? ¿Qué significa para nosotros lo que sucede?
Pero ¿a qué se refiere Jesús al hablar de los signos de los tiempos. ¿Por qué debemos interpretarlos? ¿Para qué?
Los signos de los tiempos son sucesos que nos ofrecen indicios de la voluntad y el plan que Dios tiene y quiere para nosotros en una época, en un tiempo concreto.
Esos indicios se manifiestan en acontecimientos significativos frecuentes, que afectan a la humanidad y trascienden a la historia, provocan crisis y la necesidad y esperanza de otro modo de vivir y de ser.
¿Cuáles pueden ser ahora esos acontecimientos significativos, que tienen esas características descritas y encierran y aportan indicios de lo que Dios quiere de nosotros?
Meditando sobre lo que sucede en el mundo, encuentro estos acontecimientos significativos en los que podemos encontrar indicios de lo que Dios, que es Amor (1Jn 4,7), quiere de nosotros y para nosotros:
1) Los cambios constantes y acelerados, desencadenados sobre todo, por los ininterrumpidos descubrimientos científicos y la producción de nuevas tecnologías.
2) El nuevo nomadismo masivo en la humanidad, manifestado sobre todo en los movimientos migratorios.
3) La interdependencia humana global progresiva, evidente en diversas globalizaciones.
4) Conciencia creciente de la vulnerabilidad de los ecosistemas y del Medio Ambiente.
5) Desarrollo y difusión de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
- Los cambios constantes reflejan dos movimientos psicosociales en la humanidad: el deseo y la esperanza constante de mejorar y crecer y la insatisfacción con lo que se tiene y se vive. Por eso cambiamos. No somos conscientes de que el magnetismo de Dios actúa en la historia. San Agustín dio en diana cuando escribió en Las Confesiones: “Nos hiciste para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.
- Nadie es autónomo, todos necesitamos del tú y de otros para vivir y realizarnos. Pero en el tiempo actual cada día es mayor la interdependencia humana a nivel global A esto mismo responden los masivos movimientos migratorios dentro y fuera del propio país. Las fronteras son permeables y para las relaciones virtuales son inútiles. Ya lo intuyó Marshall McLuhan en los años cuarenta del siglo pasado, observando que el mundo se está convirtiendo en una “aldea global’. Esta progresiva interdependencia es indicio de la voluntad de Dios, que quiere que toda la humanidad seamos una familia, la familia de los hijos de Dios y que, como dice el Papa Francisco, todos vivamos como hermanos, “fratelli tutti”.
- Gracias a la información de los científicos especializados en Medio Ambiente, hoy sabemos que los ecosistemas son vulnerables y que la acción humana viene destruyendo el Medio Ambiente; que estamos contaminando el agua, el suelo y el aire y destruyendo el clima, como dice Francisco, estamos arruinando la Casa Común. Esto viene de antiguo por la explotación abusiva que venimos haciendo de la Naturaleza. Lo nuevo es que la conciencia de la humanidad ha empezado a comprender la gravedad de su comportamiento con la Naturaleza.
Y en este despertar se desvela un signo del plan de Dios: que colaboremos con su Creación, amando y gozando su exuberancia y belleza, don suyo, y que en ese don descubramos su amor de Padre, que lo ha creado para nosotros.
- El desarrollo y la difusión universal de las Tecnologías de la Información y la Comunicación han generado la sociedad de la información y por la accesibilidad y la comunicación, la sociedad del conocimiento, pero tanto la socialización de la información como la del conocimiento son posibles por los vínculos de relaciones humanas ilimitadas, que constituyen una nueva dimensión y expresión de la afectividad.
Este y los acontecimientos citados, encierran en sus dinámicas energías afectivas y podrán llegar a la perfección de sus objetivos con el amor, que es el plan supremo de Dios para la humanidad.