Además son los jefes comunales quienes más conocen sus distritos y son quienes pueden mediar para dar solución a problemas de larga data.
En el décimo departamento las invasiones de tierra son cada vez más frecuentes, los conflictos cada vez más subidos de tono y las ocupaciones irregulares cada vez más normalizadas. Esto pese a que la Constitución Nacional garantiza la propiedad privada al afirmar que “nadie puede ser privado de su propiedad sino en virtud de sentencia judicial”. Sin embargo, decenas de familias que han adquirido sus tierras del propio Indert u de otra forma totalmente lícita, son desplazadas por invasores.
Por décadas se permitió que las invasiones sean la forma de acceso a la propiedad, sin importar que estas sean inmuebles privados o no, pues en algunos casos se accedió a la expropiación para premiar a los invasores y sus dirigentes.
Lo más preocupante de este grave problema social es que los pseudodirigentes, quienes instigan a personas de escasos recursos a la invasiones, justifican este hecho legal como medio para acceder a un pedazo de tierra. Además de que es un medio ilícito, es una incoherencia total de quienes se erigen de justicieros, quienes reclaman equidad para los más desposeídos, pues lo que pretenden es que personas que han adquirido genuinamente sus tierras, nacionales o extranjeros, sean despojados de sus bienes.
Las invasiones no pueden convertirse en el medio para acceder a un pedazo de tierra, esto solo ahuyenta a los inversores por la inseguridad jurídica que genera y causa enormes conflictos entre compatriotas.
Los líderes de sin techos deben buscar otro mecanismo para el acceso a la tierra, no se les puede seguir permitiendo causar zozobras e inestabilidad. Deben dejar de perjudicar a otros compatriotas, y además deben limpiar sus filas de los aprovechadores que utilizan a personas de escasos recursos y poca preparación para las invasiones y lucran a costa de ellos con total impunidad. La invasión no es la forma.