Crecemos en un entorno en el que importa exageradamente cómo nos vemos, y nos hacen creer que eso define quiénes somos. Pese a que en el colegio desde pequeños nos “enseñan” que lo importante es lo de adentro, en pocos años todos olvidan esa sentencia tan básica.
Muchos dirán que estoy exagerando. Me encantaría estar de acuerdo, pero se sorprenderían de la cantidad de defectos que las personas pueden encontrar en una chica. Desde las cejas hasta las uñas, desde los vellos en el rostro, hasta la forma del ombligo, desde los centímetros del cuello, hasta el tamaño de las manos. Somos profundamente observadas y “manoseadas” con comentarios críticos y hasta repugnantes. Pese a esto y como muchas otras compañeras, me dediqué a formarme al 100% para ser una buena periodista y no me dediqué a ser “bonita”. Cuando años atrás tuve mi primera experiencia en televisión vi cómo hombres con corta edad se lucían hablando de política o economía, pero cuando yo entré lo que se hizo fue que la cámara me siguiera desde abajo hasta arriba (tilt) mostrando y exponiendo mi cuerpo. Claramente poco importó lo que yo tenía para decir.
Sin embargo, seguí y años más tarde logré con mis investigaciones exponer a funcionarios y autoridades corruptas. Volví a tener un espacio en la TV y no he parado de recibir en este un año de trabajo críticas a mi imagen.
Pocos criticaron mi trabajo, mis estudios y mi esfuerzo o ausencia de él. En rondas de amigos, cuando se habla de un hombre se menciona sus logros, pero en mi caso se reduce a “aconsejarme” qué debería mejorar en mi cuerpo. No es malo “mimarse”, lo que está mal es que la sociedad te presione a que eso sea una prioridad, por encima de lo que realmente importa. ¿Se imaginan los días o meses que una trabaja para publicar una investigación, para que lo único que vean es el color del vestido?
Está bien que me exijan, pero exijan que estudiemos, que leamos, que nos expresemos mejor e indaguemos, exíjannos romper silencio ante injusticias y corrupción. Reclamen que preguntemos lo que incomoda a políticos, que vayamos más allá del: “¿qué podría comentarnos al respecto?”.
He visto mentes maravillosas perderse en el mundo de lo superficial, que podrían “derrocar” corruptos, pero están ocupadas haciéndose tratamientos de belleza, intentando encajar. Me encantaría que vuelvan y que nos escuchen, porque tenemos muchísimo para decir.