Delfines

La permanente apelación a los “hombres de confianza” no es nueva … porque siempre hubo incondicionales del poder. Los que medran a la sombra de los gabinetes de gobierno. Tras la finalización de la guerra del Paraguay contra la Triple Alianza -por ejemplo- y con el primer intento constitucional, el Presidente Cirilo Antonio Rivarola nombró a Juan Bautista Gill como Ministro de Hacienda. De inmediato, éste armó el “batallón guarara” con dinero del Estado y con gente reclutada del “peor raidaje de la Chacarita” para que le sirviera de fuerza de choque. Desde entonces se conocen los “aprietes” o “escraches” a cualquiera que se cruzara en el camino de estos personajes. El final de ese camino era desde luego, suceder a su mentor en la siguiente elección. Es decir, en los remedos eleccionarios que habían entonces. Mas o menos como los de ahora.

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Esto ocurría en 1871, hace exactamente 150 años. Hubo después, otros ministros/delfines que comenzarían a merodear en la corte de otros presidentes para el intento de suplir al “soberano” en cuanto la ocasión se presentase. El coronel Albino Jara usó métodos distintos a los de Gill pero igualmente violentos y nefastos, para sustituir a Manuel Gondra, 36 años después. Es que estos personajes y otros de su misma calaña, operaban con la convicción de que al pueblo no había que molestarle por “la minucia” de elegir a un candidato a Presidente.

Este fenómeno tampoco es nuevo ni de exclusiva creación sudamericana. Y mucho menos, paraguaya. Sucedió antes y llegó a niveles de perversión y locura durante el auge del Fascismo en Europa, previo el incendio de la Segunda Guerra Mundial. Erich From nos habla de esta tragedia en uno de sus libros fundamentales: “El miedo a la libertad” (Paidos Studio, 1981), señalando “… que millones de personas en Alemania, estaban tan ansiosas de entregar su libertad, como sus padres lo estuvieron de combatir por ella”. Porque si una sociedad de estas características amparó el surgimiento del nazismo con las consecuencias que hoy todos conocemos; otra “distinta pero semejante”, NO ha asumido todavía la responsabilidad de vivir en libertad y honrar la lucha que se ha invertido por conquistarla. Por lo que se sigue admitiendo a hombres providenciales y a la caterva que medra en su entorno.

Esta dimisión marcó la conducta de las sociedades del siglo XX -la paraguaya incluida- frente a la emergencia de regímenes despóticos o autoritarios. En especial, por la claudicación de sus componentes más solventes -social, académica y económicamente hablando- que manifestaron su “disposición a subordinarse a poderes exteriores y superiores” al auto exonerarse de todo compromiso con el resto de la sociedad.

Es tan así que si en el Paraguay decidiéramos verificar cuanta basura se acumuló debajo de la alfombra democrática, tal vez encontremos que los que en 1954 festejaron la irrupción de Alfredo Stroessner en el poder, tenían el mismo aroma “de pueblo” que los que hoy DECIDEN nuestro futuro.

Lo macabro es que habiendo accedido a un sistema que nos alejaría para siempre de los males del pasado, renunciamos al ejercicio de la responsabilidad -componente indispensable de la libertad- para dejar que la tan anhelada democracia sea prostituida por algunos que se empeñan en buscar outsiders, millonarios o famosos que actúen en nuestro nombre. Cuando no es un infatuado que designa a quien le plazca, porque ASÍ TAMBIÉN LO ELIGIERON A ÉL. Contando desde luego con el aporte financiero necesario para hacer que el elegido parezca potable. Para todo lo cual, vendrá algún “experto” que dirá quién y cómo debe ser nuestro siguiente gobernante. Este señor de otros pagos que ya fue consultado por otros candidatos de izquierda, centro y derecha, en toda la región … dice que entiende de pueblos, porque SABE cómo se los engaña … y lo más importante: cómo se ganan elecciones.

Y este procedimiento tampoco es nuevo. Está claramente explicado en dos libros: “Los moldeadores de hombres” y “Las formas ocultas de la propaganda”, ambos del mismo autor: Vance Packard. Se trata de alterar realidades y verdades para “vender un producto”. Convencer a través de mecanismos claramente alienantes y pervertidos que desvirtúan -uno por uno- los artículos que la Constitución Nacional consagra para el sostenimiento de la libertad y la democracia.

Mientras y para sostener la ficción, en nuestro sufrido Paraguay se invierten millones de dólares para subsidiar a los partidos que en los tiempos que llevamos de “libres y democráticos”, no aportaron UN SÓLO ESTADISTA para el ejercicio de un gobierno relativamente decente. Se sigue gastando una cuantiosa fortuna para el funcionamiento de un sistema electoral prebendario; y otros millones más, en el despilfarro de las elecciones.

Ya no es necesario recordar a las cúpulas partidarias que las escuelas se caen a pedazos o que los hospitales públicos carecen de lo indispensable. Porque nada les ha importado ni les importa mientras ellos sigan concertando alianzas o negociando alguna “unidad” pegada con cargos, en el exclusivo afán de mantener sus privilegios.

Despertemos paraguayos: la dictadura NOS SUCEDIÓ porque permitimos que sucediera. Pero la democracia ES para desmantelar la miseria y la mediocridad que nos dejó la dictadura. No es música de elecciones con el mismo verso triste del pasado.

jorgerubiani@gmail.com

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