Vayamos a analizar cada poder del Estado y otras instituciones. Por ejemplo, en el Legislativo, el titular del Congreso Óscar Salomón (ANR, Añetete) evidenció que no tiene la más pálida idea de dónde está sentado. En plena crisis tomó la decisión unilateral -o en consulta con un grupito de legisladores amigos- de otorgar un aumento salarial a un grupo de funcionarios de la Cámara Alta. Ese dinero fue recortado del Presupuesto del Senado y tenía que ser destinado a compra de insumos para la salud de gente que está agonizando. Pero Salomón ha decidido congraciarse con sus subordinados con el dinero de los impuestos de la gente.
Esto merecería ya como mínimo una renuncia como titular del Congreso, y si es posible, una expulsión, que hasta el momento nadie se animó a presentar. Es criminal lo que hizo este señor y ni siquiera salió a pedir disculpas públicas como mínimo. Al contrario, votó el jueves pasado en la sesión ordinaria para que no se eliminen los groseros aumentazos salariales. Y lo más grave es que la mayoría de los senadores contribuyeron con votos y ausencias para que el proyecto quede firme. Esto evidencia a las claras no solo el menosprecio sino el desprecio que nos tienen porque creen estar seguros que la gente les seguirá “regalando” la banca que ocupan en el próximo periodo.
El Poder Judicial y el Ministerio Público tenían que ser los puntuales en esta crisis aplicando castigos ejemplares e imputando y acusando, en el caso de la Fiscalía. Sin embargo, da la impresión que siguen el libreto de la “Operación Cicatriz” para congelar o “blanquear” casos que involucran a los políticos amigos del poder de turno. Por ese motivo, la corrupción en el sector público no se detiene porque sus autores saben perfectamente que pueden conseguir su sobreseimiento levantando el teléfono o peregrinando a la casa de quien tiene políticamente la lapicera.
Y en medio de estas deficiencias surgen espeluznantes casos de una “asamblea” del Primer Comando Capital (PCC) en un lavadero anexo y que forma parte de la Seccional Colorada de Pedro Juan Caballero. ¡Qué combinación! ¿Qué hicieron los diferentes consejos, coordinadores, grupos de seccionaleros? ¿Emitieron algún comunicado de repudio sobre el tema? Hasta ahora nada. Nadie se animó a plasmar en un papel su postura, por tanto no sabemos si los principales dirigentes de base, como se hacen llamar, están de acuerdo o aplauden este tipo de “alianzas”.
Sí emitieron múltiples comunicados por los daños materiales que sufrió Colorado Róga, en Asunción, durante las manifestaciones de repudio contra el Gobierno. Tampoco sabemos si esos pronunciamientos fueron espontáneos o productos de una “orden superior”.
Dejo para el final al Poder Ejecutivo. No es un secreto la reacción tardía del Gobierno colorado sobre la compra de vacunas contra el covid-19 y la falta de insumos, pero lo preocupante es que no hay golpe de timón, como se requiere en estos casos. Sí vemos esfuerzos aislados e individuales, pero no alcanzan. Esta inercia está destruyendo la democracia, la esperanza de la gente y contribuye con un clima no deseable para el futuro. Si ese es el plan, lo están ejecutando con mucha eficiencia, pero de manera criminal. Pero si no lo es, Mario Abdo Benítez, Horacio Cartes y sus principales aliados políticos serán responsables directos del momento casi apocalíptico que estamos sufriendo en estos momentos.