Enfrentados a una respuesta y aún antes de la posible decisión que el Gobierno Nacional asumiera al respecto, los paraguayos deberíamos plantearnos algunos hechos fundamentales para otorgar alguna legitimidad al reclamo: si por ejemplo … mantuvimos frente a nuestros antiguos contendientes, una actitud acorde al agravio recibido en aquel trágico período de nuestra historia, así como en los 150 años siguientes? O, si hemos respondido con firmeza frente a la larga suma de afrentas recibidas por parte de Argentina y Brasil, en el mismo período? … Si reaccionamos con indignación ante los menoscabos sufridos en este largo tiempo de “hermandad” con nuestros vecinos? Preguntas y respuestas necesarias porque muchas veces, en las relaciones humanas como en las de pueblos y naciones, lo único que resta a las víctimas, es la reacción airada cuando no se puede responder a las ofensas con la misma fuerza de la que abusaron los victimarios.
Y puestos ante estos dilemas, es cuando los paraguayos debemos reconocer, muy a nuestro pesar: QUE NUNCA FUE ASÍ. Ni antes ni ahora. Que hemos aceptado con persistente pasividad los resabios de la antigua alianza. Que cuando nuestros enemigos de entonces, no pudieron concretar la desaparición del Paraguay del mapa americano, aceptaron nuestra existencia a regañadientes, “concediéndonos” una sobrevivencia meramente simbólica en la superficie sobrante de nuestro territorio (previsto en el Tratado Secreto como el de menor extensión de la América del Sur) y ocupado militarmente por brasileños y argentinos. Aunque nos dejaran sin ejército, ni armas. Sin siquiera población. Con nuestros mecanismos productivos devastados, sin cultivos ni ganado de ninguna especie. Y para que todo fuera a la medida de las “hermanas pretensiones”, fueron robados nuestros archivos históricos; por lo que el conocimiento de nuestra historia quedó confinada a lo que sólo los vencedores pudieran sentenciar, tanto sobre hechos como sobre protagonistas. En suma, nada que finalmente pudiera justificar la “hermandad” o “igualdad”, declamada tantas veces, durante tanto tiempo.
¿Sería posible posible demandar AHORA algún reconocimiento … cuando no lo hemos hecho nunca antes? Porque si lo hacemos, deberíamos exhibir una voluntad sin fisuras; con un estamento político/partidario unido en el propósito y un Gobierno Nacional Paraguayo libre de cualquier estigma. Consagrado celosamente a la consolidación de la democracia y la vigencia de la Justicia plena en todo el solar de la República. Y fundamentalmente, libre de toda corrupción. Un Gobierno de hombres probos y dignos, respetuoso de la memoria histórica de nuestro pueblo y que en homenaje al legado de sangre y sacrificios que cargamos sobre los hombros, se comprometa a erradicar la ignorancia y la indignidad de la pobreza, en todo el territorio nacional.
Sólo un Gobierno de tales característica, estaría en condiciones de reclamar con firmeza y determinación, lo que es justo. Sólo un Gobierno de tales características podría generar la atención y el respeto a las demandas. Y desde luego, con la rigurosa documentación requerida para los procedimientos jurídico/procesales. Sin fisuras dialécticas ni meras expresiones emotivas. Sustentada en la verdad y nada más que la verdad. Recordando al mundo que aquella guerra y sus derivaciones, ocasionaron la destrucción completa del Paraguay, la masacre de la gran mayoría de su población y la hipoteca de su porvenir con las injustas imposiciones económicas contenidas en el inicuo Tratado Secreto de la Alianza del 1o. de mayo de 1865.
Y …. ¿cuál sería el objetivo? ….porque a estas alturas, ya no sería posible pretender la devolución de territorios o compensaciones económicas, porque pondríamos al mundo boca abajo -literalmente- debido al hecho que todos los países, en todos los continentes, tendría algo que reclamar dado el tortuoso recorrido de la humanidad. Pero el Paraguay podría establecer sin embargo, algunas cuestiones claras, sobre argumentos nutridos de ejemplos y datos, que permitan plantear -por ejemplo- cuanto sigue:
1º Reconocimiento claro y explícito de parte de los gobiernos de la República Federativa del Brasil y de la República Argentina, de haber provocado una guerra devastadora contra un pueblo pacífico, que no había conocido nunca antes, de conflictos armados, ni internos o externos. Que no había encarado guerras de conquista en ningún período de su historia, consagrándose exclusivamente en ocupar y defender territorios heredados desde los tiempos coloniales. Que no estaba militarizado ni armado, como se difundió maliciosa y perversamente para motivar la invasión al Paraguay.
2º Devolución de parte de la República Federativa del Brasil y de la República Argentina, de todo lo que fuera inventariado como producto de la rapiña sometida al Paraguay, durante y posterior a la guerra: objetos, muebles, obras de arte y archivos históricos, entre otros patrimonios.
3ª Que los Gobiernos brasileño y argentino, revelen el padrón de niños o adolescentes que quedaron para siempre en territorios de los invasores. Porque fueran hechos prisioneros tras los combates o fueran secuestrados de los campos incendiados por la contienda. Si Argentina sufre hoy por darles una identidad a los niños desaparecidos y adoptados por familias extrañas cuando la llamada “Guerra sucia”, los paraguayos de origen que hoy son argentinos o brasileños, debieran saber TAMBIÉN de donde provienen. Y sus familiares del Paraguay, saber donde se encuentran y que fue de ellos.
4º Que posterior a los reconocimientos mencionados y un PERDÓN OFICIAL solicitado por la República Federativa del Brasil y la República Argentina, y consentido dicho perdón por el Gobierno de la República del Paraguay, una Comisión Internacional cuantifique la magnitud del daño económico que ocasionó la guerra al Paraguay. Considerándose entre dichos daños, las deudas impuestas a nuestro país, injusta y arbitrariamente; las que fueron pagadas por a la República Argentina durante 72 años; y a la República Federativa del Brasil, durante 73 años (*). Así como también deberían considerarse las dificultades operativas y comerciales que derivaron en continuas e innumerables interferencias al comercio exterior del Paraguay.
5º Negociación entre el Gobierno del Paraguay y los de los países ex aliados, sobre compensaciones arancelarias, resarcimientos económicos, libre tránsito, puertos libres y lo que los expertos de cada uno de los países en materia jurídica como económica, puedan proponer y concretar al respecto.
Y será Justicia…
* El 12 de agosto de 1942, el voto unánime del Congreso Argentino determinó la anulación de la deuda paraguaya. Al día siguiente, fue promulgada la ley correspondiente por el presidente Ramón Castillo. El 16 de agosto de 1954, el presidente Juan Domingo Perón, devolvió al Paraguay los trofeos de guerra conservados por Argentina.
El 4 de mayo de 1943, un Decreto firmado el presidente del Brasil, Getulio Vargas, canceló la deuda del Paraguay con su país. El Brasil nunca devolvió los trofeos….