La politóloga Line Bareiro había mencionado recientemente que lo que nunca cambió desde 1993 desde que se puso en práctica la “democracia” por primera vez en el Paraguay, aún con malos Gobiernos, fue la Justicia que no había entrado en el pacto de la transición y fue una constante sus deficiencias, lo que debilitó el funcionamiento del Estado de derecho, ya que todo derecho y obligación debe estar garantizado en última instancia por la Justicia.
Lo que nos dice es que la “Justicia” en Paraguay sigue siendo propiedad del partido Colorado, del stronismo que hoy es Gobierno y de sus socios: terratenientes, latifundistas, contrabandistas y narcotraficantes. Hablar de la “Justicia” en Paraguay no es un asunto nuevo, hay miles de ejemplo de fallos y condenas injustas. A simple vista tenemos las cárceles colapsadas de gente humilde, de pobres que no tienen recursos y mucho menos conocen sus derechos, actualmente privados de libertad, miles de ellos sin una condena.
Así actúa la “Justicia” en nuestro país, un poder de marcados rasgos stronistas: garante de la explotación de los más pobres, de la opresión y violencia contra las mujeres y las diversidades de género, y de la buena salud de todo el sistema de corrupción. ¿Qué le dice la justicia a las miles de niñas, adolescentes y mujeres abusadas, violadas y maltratadas? Que no tiene sentido denunciar ni exponerse a la presión del proceso judicial, pues aunque en juicio público quede plenamente demostrado que un sacerdote acosó sexualmente a una joven de su parroquia, manoseándole los senos, acariciándole la espalda, enviando mensajes subidos de tono, todo ello sin consentimiento y abusando de su posición de poder, quedará absuelto e impune.
Pero no solo eso, sino que la Justicia castigará a la víctima, obligándola a pagar las costas del juicio, que rondarían los 50 millones de guaraníes.
Mirta Moragas, una de las abogadas de Alexa, ha dicho que este fallo demuestra muy bien que denunciar hechos de violencia sexual cometidos por personas que tienen posiciones de poder o mejores condiciones económicas tendrá una consecuencia hacia las mujeres que se animen a denunciar. Decía que la calidad de los argumentos para la absolución fueron absolutamente paupérrimos, un insulto a la inteligencia no solo de ellas como abogadas, sino de toda la ciudadanía.
También recordaba a la ciudadanía que Silvestre Olmedo sigue ejerciendo el sacerdocio. Fue ubicado en otra parroquia dentro del departamento Central, sigue haciendo misas y continúa pronunciando sermones sobre buenos valores culturales y religiosos. ¿Qué nos queda? Nos queda comprender que el poder que nos permitirá conquistar una verdadera democracia se encuentra en la sociedad y el pueblo, en su acción consciente y colectiva. Nos toca pasar de la indignación a la acción para poder soñar con días mejores para el pueblo.
Democracia sin Justicia es un oxímoron. Justicia machista también lo es.