Un año antes, el 01-01-1869, un grupo de paraguayos renegados, opositores, cobardes, delatores, baqueanos y desertores, celebraba la irrupción de los invasores, ocupantes de Asunción. Con la gracia de los aliados, formaron el primer gobierno a espalda del Mariscal, haciéndose del poder en la capital con la dichosa anuencia de los conquistadores.
No hay mayor herida, deterioro y devastación para una causa que la traición. Un grupo voluminoso de paraguayos contrarios a López perpetró innumerables hechos para enfrentarlo, hasta se aliaron con los enemigos de la patria. Paraguay dividido era presa fácil para cualquiera. Eso quedó demostrado a lo largo de toda la contienda.
Cuando la causa nacional se halla erosionada y fragmentada, el daño es tremendo y favorece superlativamente a los enemigos. Ese escenario inapropiado fue carcomiendo a López durante los 5 años de guerra, para terminar sin fuerzas y pulverizado por el destino. Sus rivales políticos, solo esperaban el fin para apoderarse de la patria.
A López lo declararon “fuera de la ley” y le confiscaron todos sus bienes. Lo definieron como “asesino de su patria y enemigo del género humano”, para terminar siendo el máximo héroe de la patria. Murió por su causa peleando hasta el final. Entre tanto, el Triunvirato gobernaba bajo las órdenes aliancistas, obedeciendo todas las imposiciones brasileras.
Y en contrapartida tenemos al general Alfredo Stroessner. Fue todo lo contrario, tenía el servilismo en la piel. Cobarde y traidor afloró su estirpe de apocado en la batalla de Boquerón, donde se produce su primera deserción. Ante el bombardeo enemigo del 15-09-1932, el teniente 2º dejó su mortero a la deriva y huyó para refugiarse. Los soldados de aquella contienda le bautizaron como el “teniente yvyguy”.
En el golpe del 17-02-1936, traicionó a su máximo jefe, al conductor victorioso de la Guerra del Chaco general José Félix Estigarribia y se adhirió al golpe del coronel Rafael Franco. Este gesto acomodado le valió ascender al grado de capitán. Luego recibiría múltiples dispensas y subvenciones en el régimen del general Higinio Morínigo, ascendiendo sucesivamente gracias a componendas y privilegios.
El 25-10-1948, fracasa un golpe de estado en donde el coronel Stroessner estaba comprometido. Pero ante sus vacilaciones, falta de acción y abandono del objetivo, terminó acostado en el baúl de un auto para huir y asilarse en la embajada brasileña. Por ese gesto de abandono a sus camaradas, le apodaron el “coronel valijera”.
El 04-05-1954, luego de titubeos y justificativos, se descubre la conspiración militar. Al “rubio” no se lo ve por ningún lado, guarda silencio y cobra distancia, pero uno de los complotados, el Tte. Cnel. Mario Benito Ortega comandante del Batallón 40, con gran decisión y coraje, ataca el cuartel de policía y genera el golpe triunfante.
De repente, terminada la faena, Stroessner sale orondo de su guarida, aparece en la palestra y se hace llamar el “ideólogo y jefe de la conspiración”. Sus camaradas fastidiados con él por su gesto de pusilánime, irresoluto y evadido, le apodaron el “general fantasma”. Nunca fue programado ni considerado en los apostolados del golpe para que él vaya como presidente de la república.
Una vez en el poder se deshizo de todos sus amigos, colaboradores, jefes y camaradas, especialmente de aquellos a quienes debía favores, asistencias y cooperaciones. A cambio se rodeó de arribistas, serviles, capangas, hurreros, espías y cretinos para imponer el sistema oprobioso y mediocre conocido por todos.
El 04-09,1954, asumida la presidencia de la república, aparecen los primeros vasallos. El “chuchismo” de Asunción, esos círculos libidinosos con el poder y sus aureolas, le declaran socio honorario; el Centenario, el Unión y el Jockey Club. Al mismo tiempo, el 30-11-1954, inaugura en San Lorenzo la primera avenida que lleva su nombre.
En este mismo orden, ahora aparece Mario Abdo Benítez (h) como presidente, su heredero político. Es el abanderado del continuismo, de la vileza y la vulgaridad. Reivindicador del sistema corrupto y criminal. Lamentable posición como cabeza del estado, sin importar siquiera el negro y oprobioso pasado de sus ancestros y antecesores.
Se ha rodeado de la crema y nata de la falsedad colorada conocida como “coloretes”. Esta secta es lo máximo en escombro y hojarasca; nula calidad política y personal. La corrupción rampante va devorando al estado hasta la médula y esta contribuye a la indiferencia hacia la masa popular en todas sus expectativas e inquietudes.
“Marito” simula un distanciamiento de Horacio Cartes, sin embargo, confluyen en mentalidades y arquetipos. Le debe a HC la “compra” del resultado oficializado por el TSJE. Derrotado en las elecciones de 2018, sin embargo, lo ganó en las oficinas gracias a los billetes voladores y persuasivos de HC. Con el temor a cuesta por la fineza debida, se rodeó de lo peor de la casta para formar una coraza ante sus “enemigos virtuales”.
Después de ufanarse varias veces que a él le toca en suerte la renegociación de Itaipu en el 2023, donde defendería a capa y espada los intereses nacionales, sin embargo, en la primera prueba de un simple “acta anual”, desnudó su flaqueza e ineptitud para negociar objetivos supremos de la patria con determinación, firmeza, carácter y personalidad.
Apareció su flojedad y mala praxis, además de la exhibición pública de toda la mácula política que maneja el país. Los brasileros impusieron criterios y ventajas para ellos en detrimento de las aspiraciones del pueblo paraguayo. “Perdidos en la noche”, cedieron a las presiones, incurriendo en la perenne servidumbre y esclavitud del Paraguay.
Estamos en manos infames, los políticos transitan entre los desechos, burda basura para la historia. Los tres poderes del estado erosionan la patria por corruptelas e indolencias, sin reflejar -absolutamente- los afanes de la población. La democracia revestida de injusticia y putrefacción, no funciona y habría que barajar otros modelos.
Lejos del Mariscal López y pegadito a Stroessner, se ha configurado la entrega, el pánico, la deserción y una alta traición a la patria, yendo en contra de la doctrina y los intereses del pueblo. La defensa con patriotismo es una causa nacional. Pero, el alma sumisa y obediente de las autoridades contrastó con el espíritu combativo de la ciudadanía.
En consecuencia, se debe cambiar a todos sin pérdida de tiempo, solo así se podrá concebir la “patria nueva” emancipada, tan apetecida durante los dos siglos de la república. ¡El pueblo paraguayo tiene la palabra!