Una boda sin novios

El 25 y 26 de junio pasado se llevó a cabo en Manama, capital de Bahrein, uno de los ricos países petroleros del Golfo Pérsico, una cumbre con representantes económicos de varios países de la región del Medio Oriente además de Estados Unidos.

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Este encuentro fue para poner sobre la mesa la primera parte del llamado “Acuerdo del Siglo”entre palestinos e israelíes, un plan de paz para el Medio Oriente ideado por la administración de Donald Trump y que cuenta con el apoyo político y económico de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Egipto y Marruecos, además del país anfitrión.

La cumbre de Manama tenía componentes estrictamente económicos y sociales pues la participación del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, organizaciones financieras europeas y hasta el propio presidente de la FIFA, Gianni Infantino, quien comprometió al organismo rector del fútbol mundial a crear estructuras deportivas en la Franja de Gaza, muestran la verdadera cara de este primer encuentro al cual, como en una boda, todos los invitados fueron con sus mejores sonrisas, sus mejores atuendos y una gran predisposición para pasarla bien.

Pero a esta “boda” le faltaba lo principal, los novios, como bien lo dijo en su cuenta de Twitter, Sal Emergui, periodista español y corresponsal del Medio Oriente para el diario El Mundo. Ni la Autoridad Palestina ni los representantes del gobierno de Israel estuvieron presentes para tan importante evento, para muchos condenado al fracaso tras la reiterada negativa palestina a aceptar cualquier iniciativa que parta del gobierno de Donald Trump, aunque los números presentados puedan ser considerados tentadores para cualquier país del Tercer Mundo.

Una gigantesca inyección de 50 mil millones de dólares en inversiones para el desarrollo de la producción durante 10 años para una población de no más de 6 millones de personas podría ser un buen punto de partida para llegar a un acuerdo mucho más ambicioso y completo que aquel firmado en Oslo en 1993.

Pero a esta “boda” no es que solo faltó la invitación a los novios, parece ser que a uno de ellos ni le preguntaron si deseaba unirse en matrimonio.

La Autoridad Palestina, organismo oficialmente reconocido como encargado de dirigir los destinos del pueblo palestino, geográficamente dividido en dos zonas distantes a 100 kilómetros entre si, Cisjordania y Gaza, ha rechazado una y otra vez, la posibilidad de llegar a un arreglo a través del Acuerdo del Siglo, por considerar que no cumplirá sus exigencias territoriales, algunas de las cuales, hoy día imposible de hacerlas realidad.

El propio organismo palestino acusa al Acuerdo del Siglo de intentar crear un emirato en la Franja de Gaza, hoy controlada por el grupo terrorista Hamas y por la Yihad Islámica pro iraní.

La segunda parte del Acuerdo del Siglo tendrá el componente político y geográfico, lo más complicado de poner en práctica, pero hay cierta esperanza que Estados Unidos presione a su aliado israelí a ceder algo más que colonias pequeñas recientemente creadas o liberar el bloqueo marítimo que ejerce sobre las costas del mar Mediterráneo en la Franja de Gaza y que afecta la pesca comercial del enclave palestino.

El reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel en diciembre de 2017, fue un enorme abrazo de la administración de Donald Trump hacia su fiel aliado estratégico en el Medio Oriente.

Este hecho conmocionó al mundo y en especial al Medio Oriente, por su abierto desafío a las resoluciones de las Naciones Unidas, que desde 1947 considera a Jerusalén como un territorio internacional bajo su administración. Nada más en los papeles que eso.

Pero sabemos que en política internacional nada es gratis, ya llegará el momento en que los norteamericanos exijan a Israel que pongan su parte para hacer funcionar este Acuerdo nacido en la Casa Blanca.

Y quien sabe, capaz que esa parte se encuentre en el lado Este de la ciudad de Jerusalén, reclamada por los palestinos como la futura capital del un Estado con todas las letras.

juan.dossantos@abc.com.py

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