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Les importa un comino la acuciante situación del país, con hospitales públicos en mal estado, sin insumos, la falta de caminos de todo tiempo, la inseguridad, etc.
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En la campaña electoral se llenan la boca de promesas, de que todos vamos a estar mejor, pero en realidad son ellos los que se benefician con sus cargos mientras el ciudadano común sigue ignorado.
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Tímidamente Santítere se opuso a esta autoasignación de los legisladores. Hasta ahí. Admitió incluso que no quiere pelearse angá con los parlamentarios.
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Al santo cohete celebran el “hito histórico” de la alta recaudación, si al final malgastarán el dinero del sacrificado contribuyente. No tiene sentido.
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Floja la postura de Santítere. El brazo político del cartismo le está pasando por encima a su “ala tecnócrata” de gobierno.
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¿De qué sirve tener “profesores doctores” de universidades extranjeras al frente de los ministerios, si no son capaces de plantarse ante el despilfarro y el “carnaval político”?
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¿Cuál es la verdadera cara del cartismo? Usen y abusen del Paraguay o “despertar a un gigante”.
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Evidentemente no hay peñismo, pero sí un fuerte cartismo, ergo: el Patrão.
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Hasta ahora se preguntan los docentes: ¿A quién le vamos a hacer caso? ¿A Gustavo Alfaro o a Santítere? Estudiar o no estudiar, esa es la cuestión.
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Hasta ahora están ganando los planilleros, recomendados, “nepobabies”, “chupasangres”, etc. Ayer la prima del ministro Juan Carlos Baruja, funcionaria de Diputados, fue descubierta que no asistía a su lugar de trabajo porque atendía un comercio en Paraguarí.
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Rápidamente presentó renuncia, pero ahí no debe terminar la cosa. La Fiscalía tiene que abrirle un proceso para que devuelva el dinero.