De acuerdo con referencias del BCP, desde la implementación del esquema de Metas de Inflación (MI) en Paraguay, en general, la inflación se ha ubicado por debajo de las establecidas.
En el periodo 2011-2014, con una meta de 5%, el promedio de la inflación fue 4,2%. Cuando se fijó en 4,5% (2015-2016), el promedio de inflación se redujo a 3,5%.
Entre el 2017 y 2019, con un objetivo de 4,0%, la inflación promedio también fue 3,5%. En el periodo de los shocks derivados de la pandemia de covid-19 (2020-2022) y conflictos geopolíticos, el promedio aumentó a 5,7%, aunque debe destacarse que la aceleración de la inflación fue explicada fundamentalmente por los choques externos.
Finalmente, en los últimos dos años (2023-2024), la inflación promedio nuevamente se ubicó por debajo del 4,0%.
La decisión de reducir nuevamente la meta de inflación, fijándola en 3,5% anual con un rango de tolerancia de +/-2 puntos porcentuales se sustenta en factores como: la evolución favorable de la inflación bajo el esquema de metas de inflación, la efectividad de la política monetaria, la credibilidad del BCP para guiar las expectativas de los agentes económicos, sumado al entorno macroeconómico actual.
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En palabras del titular del BCP, Carlos Carvallo, “reducir la meta de inflación no solo refuerza nuestra Política Monetaria si no que también envía una señal clara de nuestro compromiso con la estabilidad económica. Esto generará un entorno propicio para el desarrollo sostenido y la mejora del bienestar de los ciudadanos”.
Incidencia socioeconómica
La reducción de la meta de inflación, además de promover una mayor estabilidad macroeconómica y generar un entorno más propicio para el desarrollo económico a largo plazo, también propone otros impactos positivos.
Así, un objetivo más bajo contribuye a anclar las expectativas inflacionarias de los agentes económicos. Esto genera un entorno de mayor predictibilidad, lo que favorece tanto la inversión como el consumo. Por ejemplo, al tener confianza en la estabilidad de los precios, las empresas pueden planificar proyectos a largo plazo con mayor certeza y generar empleo.
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Desde una perspectiva social, una inflación controlada beneficia especialmente a los sectores de menores ingresos, que generalmente son los más vulnerables a las fluctuaciones en los precios de bienes básicos. En un país donde alrededor del 23% de la población vive en pobreza, garantizar la estabilidad de precios es una prioridad para proteger el poder adquisitivo de los hogares.
*Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones