La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha identificado tres grandes obstáculos que denominó la “Triple Trampa”: bajo crecimiento económico, alta desigualdad y debilidad institucional.
En términos de crecimiento, América Latina ha experimentado un desempeño rezagado, con un crecimiento promedio por debajo del 3% en las últimas décadas. Aunque Paraguay ha registrado avances en inversión, con un crecimiento promedio del 3,6% en los últimos 20 años, persisten problemas de productividad y empleos de calidad. La productividad laboral de Paraguay está por debajo de la de nuestros vecinos, lo que limita nuestra competitividad. Aunque la tasa de desempleo es baja en comparación con la región, la informalidad laboral sigue siendo elevada, lo que refleja la necesidad urgente de políticas públicas que fomenten la formalización del empleo.
La desigualdad es otro desafío central. América Latina ha sido la región más desigual del mundo, y Paraguay no escapa de esta realidad. El índice de “Gini” refleja una profunda concentración del ingreso en pocos sectores, lo que limita la movilidad social y perpetúa la vulnerabilidad de muchos. Esta desigualdad, además de generar disparidades económicas, erosiona la cohesión social, generando un clima de desconfianza. Es imprescindible adoptar medidas que promuevan una mayor equidad y amplíen las oportunidades para los sectores más desfavorecidos.
La debilidad institucional y la falta de gobernanza efectiva también representan obstáculos significativos. Paraguay enfrenta deficiencias en eficiencia administrativa, planificación y gestión pública. El bajo puntaje en el Índice de Estado de Derecho refleja la falta de confianza en las instituciones, lo que hace necesario fortalecerlas. Para atraer inversiones y fomentar el desarrollo sostenible, debemos priorizar la transparencia y la profesionalización en la administración pública.
Desde la UIP, creemos que la industrialización es la vía clave para superar esta “Triple Trampa”. Al fomentar el desarrollo industrial, no solo se impulsará el crecimiento económico, sino que también se generarán empleos de calidad que contribuirán a reducir la informalidad y mejorar el bienestar social. La industria tiene el potencial de dinamizar la economía y elevar los estándares de vida. Además, este proceso requerirá fortalecer las instituciones, creando un entorno más confiable para la inversión.
Para avanzar hacia un desarrollo inclusivo, enfoquémonos en promover la industrialización, reducir las desigualdades y fortalecer sus instituciones. Este enfoque integral no solo mejorará la calidad de vida de nuestra población, sino que también nos posicionará como un país más competitivo y resiliente ante los desafíos del futuro.