El salario emocional es más que dinero. Es todo aquello que el empleado percibe como retribución y que hace bien a su emoción. Mientras que el salario económico se refiere al sueldo y beneficios monetarios, el salario emocional se enfoca en aspectos intangibles que impactan directamente en la emoción y el bienestar del colaborador.
Y es en esta última frase donde radica su importancia, ya que finalmente son las emociones las que nos predisponen a la acción o, dicho de otra forma, dependiendo de cómo nos sentimos, actuamos en consecuencia. Si estamos felices porque nos sentimos reconocidos o valorados, automáticamente nos sentimos más motivados, con más ganas de producir, superarnos y contribuir al éxito de la organización.
Entonces, ¿por qué los líderes no usamos mucho más este recurso?
Porque durante décadas se subvaloró el tema emocional en el ambito organizacional, considerándolo como sinónimo de fragilidad, de vulnerabilidad y de improductividad, poniendo a la racionalidad como principal eje para ser efectivo o alcanzar el éxito. Por eso nos apartamos del tema, y no hemos aprendido como funcionan las emociones y lo relevante que pueden ser para alcanzar grandes resultados.
Cuando en una organización existe poca conexión emocional en los equipos, los integrantes trabajan y se comportan como en cualquier transacción, que funciona de la siguiente manera: “Me pagas y hago exactamente por lo que me pagas, trabajo las horas por las cuales me pagas, y si tengo que hacer extras, debes pagarme el extra que estoy dando”.
Cuando no hay vínculos, no hay compromisos, y tampoco hay deseos de dar ni siquiera un poco más, porque nadie se siente parte de la organización. Los colaboradores están ahí solo para cumplir con la tarea por la que reciben una remuneración. Nos equivocamos al pensar que harán más simplemente por recibir más dinero. No, no es así.
El recibir dinero solamente, aunque sea en grandes cantidades, nunca movilizará toda la energía de la gente para hacer algo mejor, ya que el dinero en sí es una energía vacía. Solo adquiere significado por lo que emocionalmente representa para cada persona: seguridad, estatus, poder, fama o reconocimiento.
Conozco y he asesorado a un montón de empresas que pagan muy bien y dan buenísimos beneficios económicos, pero no logran retener a los buenos talentos, justamente por falta de salario emocional.
Es cierto, cuando el salario económico y el salario emocional se alinean, el resultado es una calidad de vida óptima para los colaboradores y una relación ganar-ganar para la empresa.
Por eso, el gran desafío que tenemos es formar líderes capaces de despertar las mejores emociones positivas en su gente. ¿Cómo? Por ejemplo, haciéndolos partícipes de las decisiones, celebrando cada logro alcanzado, agradeciendo permanentemente el esfuerzo, la entrega, la dedicación, escuchando sus necesidades, animándolos a ser cada vez mejores, y lo más importante, pidiendo disculpas cuando hay una equivocación. Estos son los mejores salarios emocionales, acciones gratuitas, pero de un enorme valor para las personas.
Si como líderes nos entrenamos en este tema, descubriremos una manera más fácil de conseguir resultados extraordinarios con nuestro equipo, que al recibir buenos salarios emocionales estarán siempre dispuesto a entregarnos su mejor compromiso.
*Directora de Yoica y Great Place To Work