El transporte de nuestros soldados por el ferrocarril de Puerto Casado hacia el frente de operaciones durante la guerra fue una ventaja significativa para nuestro país, desde el inicio hasta la finalización de la contienda bélica.
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Los soldados que iban para la defensa de la soberanía, previamente, recibían la bendición de los sacerdotes salesianos, quienes entregaba a cada combatiente una medallita de María Auxiliadora; todo esto en el estadio de Sajonia, hoy Defensores del Chaco, para luego embarcarse aguas arriba en los cañoneros Paraguay y Tacuarí, rumbo al Chaco.
Tras dos días de navegación se llegaba a Puerto Casado en el Alto Paraguay. En ese entonces puerta de entrada a la región occidental. En este lugar existía una prospera población gracias al funcionamiento de la fábrica de taninos, propiedad del empresario Carlos Casado.
Vía férrea
Como la actividad del tanino dependía de la extracción de los quebrachos de los montes, la empresa contaba con una vía férrea de 145 kilómetros de extensión hacia el interior del Chaco, para el acarreo de los enormes troncos de quebrachos, que eran derribados por cientos de personas que trabajaban en los montes, conocidos como obrajeros.
Durante el desarrollo de la guerra la actividad de la fábrica disminuyó considerablemente, y el tren dejó de acarrear los quebrachos para dedicarse a transportar a nuestros soldados, las municiones, y por supuesto, alimento y agua hacia el frente de batalla.
En estas mismas locomotoras cargaban los camiones para poder continuar viaje entre las picadas y senderos de los montes chaqueños. De esta forma se aseguraba el abastecimiento de tropas y alimentación en los frentes de combate.
Ventaja
Si bien nuestro Ejército comenzó en una tremenda desventaja en relación al enemigo, referente a armamentos y municiones, sin embargo esta forma de reabastecimiento era una gran ventaja para nuestros combatientes, atendiendo que se contaba con medios y vías de comunicación para llegar de forma más rápida hacia el interior del Chaco, donde se desarrollaba la guerra.
Mientras nuestros soldados navegaban por agua primeramente y luego por tren, los combatientes bolivianos debían realizar largas caminatas, viajar cientos de kilómetros desde su base de operaciones lo que les significaba un tremendo contratiempo.
Esta misma desventaja se pudo observar a lo largo del desarrollo de la guerra, a la hora de tratar de hacer llegar los alimentos a sus soldados. Cuentan nuestros combatientes que aviones bolivianos procedían a lanzar en paracaídas bolsas de provisiones a sus soldados, y en varias ocasiones, estas ayudas caían en las líneas paraguayas.
Realidad
A 89 años (mañana) del cese de operaciones bélicas en territorio chaqueño, y a pesar de esta estratégica participación del Alto Paraguay, la región continúa igual o peor que antes, ya que ningún gobernante se preocupó de la suerte de estos pobladores, quienes viven en un aislamiento permanente debido a la falta de caminos de todo tiempo.
Si bien es cierto que actualmente se cuenta con la nueva ruta Bioceánica, la misma favorece solo a un pequeño porcentaje de los habitantes de la región, y la mayoría sufre de forma periódica la inundación de los precarios caminos de tierra en épocas de lluvias, dejando aislados a los moradores por varios meses.
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La desidia de los gobernantes hizo además que hayan desaparecido las antiguas vías del tren, que tanta utilidad dio a nuestros soldados. Los rieles de hierro, unos 154 kilómetros, fueron robados en su totalidad, y vendidos gran parte de ellas en el Brasil en fábricas de reciclajes, solo quedan restos de algunas locomotoras en la población de Casado, como testimonios de lo que fue la guerra.
Si bien conmemoramos un aniversario del cese de las hostilidades, la batalla diaria que deben lidiar los pobladores sigue y hoy es un lucha contra el abandono estatal y sobre todo por la falta de fuentes de trabajo, precisamente porque los inversionistas no pueden llegar a la zona por la carencia de infraestructuras viales.