Corría el año 1929 y eran tiempos convulsos, la persecución y ejecuciones sumarias en la Unión Soviética del sanguinario Stalin no eran raras. Para librarse de las represalias del comunismo, un grupo de más de 14.000 personas congregadas en Moscú, en su mayoría menonitas, esperaba el permiso para salir del país. Durante las severas persecuciones de la época muchos fueron deportados a Siberia y Asia central, sin posibilidad alguna de abandonar estos lugares, por lo que un panorama muy sombrío se ceñía sobre ellos.
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El destino inicial de los menonitas fue Alemania, así que gracias a la intermediación del profesor Benjamín Unruh, un 18 de noviembre de 1929 el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Julius Curtius, presentó a su gobierno el pedido de dejar entrar a los refugiados que gracias a la enorme presión mediática del momento fue concedida. Así un 25 de noviembre de 1929 finalmente cruzaron en tren lo que conocen como “Portal de la Libertad” ( Das Rote Tor ), que era uno de los últimos bastiones a traspasar hacia Letonia y que les indicaba que definitivamente estaban fuera de la Unión Soviética, que entraría en ese momento en una oscura época.
Un nuevo comienzo
Alemania, que era el destino pensado en un primer momento, pero sufría una aguda crisis económica y aunque muchos inmigrantes lograron instalarse allí, en un momento dado, el país decidió no recibir más refugiados. Igual determinación tomó Canadá, que era también una opción para este grupo, que casi igualaba en circunstancias a la primera ola migratoria menonita que fundó la Colonia Menno (Loma Plata ) en 1927.
Comenzaba así la segunda ola migratoria menonita a Paraguay, destino no planeado al principio, pero que gracias al accesible precio de la tierra y a la flexibilización del Estado paraguayo era una opción esperanzadora. El largo trayecto duró años y con mucho trabajo establecieron la colonia y posterior cooperativa Fernheim (la primera fundada en Paraguay en el año 1931) que es actualmente uno de los motores económicos de la región, junto con las demás de su tipo.
Huir de una guerra y caer en otra
“Hay muchas anécdotas de la Guerra del Chaco (1932-1935) comenzando desde la propia inmigración de los colonos a Fernheim, para llegar en ese entonces tuvieron que sellar sus pasaportes con sello de Bolivia por orden de un cónsul boliviano, retrasando el viaje un día más, pero finalmente arribaron en mayo de 1932 para sumarse al grupo que ya estaba y en junio estalló la guerra”, dijo Kornelius Neufeld, uno de los renombrados historiadores del Chaco.
“Lo que pasó en la Unión Soviética (bajo el régimen de Iosef Stalin) fue tan cruel que la Guerra del Chaco para los menonitas instalados acá era llevadera en comparación con lo que ya sufrieron. Igualmente hubo buena relación con los comandantes, pero había mucha preocupación”, agregó Neufeld. El mismo refirió que bien a inicio de la guerra recibieron un ataque aéreo, siendo ametrallado el techo de lo que hoy es la Planta Industrial y el mayor miedo de los inmigrantes era ser evacuados porque no había dónde ir.
“Era impensable, porque dónde iban a evacuar personas que llegaron recién y que tenían unos pocos animalitos. Fue un momento muy difícil y se realizaron intensas vigilias de oración y gracias a Dios no tuvieron que ir a ninguna parte”, indicó.
Trueques del ejército paraguayo y los menonitas
Entre los pacíficos acuerdos a los que llegaron los menonitas y el Ejército paraguayo estuvo el de hornear pan. Según el historiador recibieron 70 mil kilos de harina de trigo, que fue dado a las mujeres las cuales habilidosamente se entregaron a la faena de preparar y hornear el pan por largas jornadas.
“De los dos lados se aprovechó, por un lado llegaban divisas y entonces los menonitas podían vender su sandía, poroto, melón, zapallo y demás que cultivaban y entraba un poco de dinero”, cuenta. También eran codiciadas las bolsas de tela de algodón con las cuales se aprovisionaba al ejército desde Asunción, por lo que se llegó a cambiar una sandía por una bolsa.
“Las bolsas de tela eran muy importantes porque podían hacer ropa de eso, incluso se podía confeccionar ropa interior y sábanas y era muy gracioso porque quedaba estampado los 000 de la harina en todas las prendas”, relata Neufeld entre risas.
El historiador refiere que no hubo prácticamente altercados con el paso del ejército en la zona. Al finalizar la guerra, todo el metal que dejó el conflicto fue aprovechado para usarlo en cerraduras, implementos agrícolas, remaches y un sinfín de utilidades. Muchos de estos implementos aún se conservan en los museos a la fecha.
“Tratamos de conservar lo más posible de esa época. Tenemos muchas fotos, documentos y sitios históricos restaurados que son importantes de visitar y conocer (...) es bueno honrar el valor de los que lucharon en estas tierras, hay que ver cómo servir a la patria y ver qué podemos hacer para aportar”, dijo el historiador.
Chaco, tierra de fortines
El Chaco hoy cuenta con variados sitios históricos, entre ellos fortines, que fueron restaurados a lo largo de los años, algunos también recientemente reacondicionados para seguir recibiendo turistas y amantes de la historia.
Esta es la lista de fortines mejor conservados para destino de turismo interno en el Chaco:
Fortín Boquerón
El Fortín Boquerón es uno de los sitios importantes de la Guerra del Chaco y de la Ruta Chaco Boreal, escenario de turismo interno. Se fundó en 1928 y actualmente es uno de los fortines mejor conservados del Chaco. Está ubicado a 435 kilómetros de Asunción. Recibe visitas que pueden ser guiadas. Para contacto: (0971) 336-788.
Fortín Nanawa
La resistencia del Fortín Nanawa, que duró 6 días y dejó como resultado una de las primeras grandes victorias de la Guerra del Chaco (1932-1935), se libró en el Chaco Boreal desde el 4 hasta el 7 de julio de 1933. Fue el ataque frontal más importante llevado a cabo por el ejército boliviano durante toda la guerra.
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Hoy día, el Fortín Nanawa forma parte del circuito de fortines asentados en el novel distrito de Campo Aceval, considerada la capital de los fortines chaqueños.
La distancia de Asunción a Fortín Nanawa es de 365 kilómetros, buena parte del camino se transita por la Ruta Transchaco y se llega al fortín fácilmente mediante caminos internos.
Fortín Militar Isla Po´i
El Fortín Militar Isla Po´i, otrora puesto de comando del Mariscal José Félix Estigarribia, el “Comanchaco” que condujo al ejército paraguayo a la paz, luego de 3 años de guerra (1932-1935).
El 12 de junio se cumplen 88 años de la firma del Protocolo de Paz del Chaco entre Paraguay y Bolivia y tras años de intentos repetidos de poner en valor los sitios históricos finalmente este fortín se encuentra totalmente renovado.
Está ubicado a 449 kilómetros de Asunción y se llega por al Ruta Transchaco pasando por la recientemente inaugurada Ruta Bioceánica desde el cruce de Loma Plata.
Fortín Toledo
El Fortín Toledo fue escenario de una de las más gloriosas páginas del Ejército paraguayo durante la Guerra del Chaco (1932-1935). La importancia de este lugar radica en el hecho de que su defensa evitó que el ejército enemigo llegara hasta Isla Po’i, centro de operaciones de las Fuerzas Armadas paraguayas.
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Hasta la fecha, ese lugar preserva intactas sus tucas y trincheras y eso permite conocer de cerca el escenario y rememorar los hechos que llevaron al ejército de compatriotas a una de las victorias más resonantes de la contienda chaqueña. El Fortín Toledo está ubicado a casi 500 kilómetros de Asunción y a 15 km de la Transchaco desde el cruce Toledo.