“Nunca es tarde para aprender”, dijo una chaqueña de 65 años y se recibió de enfermera

El esfuerzo realizado por esta mujer chaqueña, madre de 7 hijos, revela una historia de superación que, sin importar los obstáculos que le puso la vida, llegó a tener un “un título universitario” a los 65 años. Se trata de Ramona Sosa de Sosa, quien se recibió de enfermera recientemente.

Doña Ramonita Sosa de Sosa, recibida de licenciada en enfermería a los 65 años, en su lugar de trabajo en el Hospital Regional de Fuerte Olimpo.abc color
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Si bien trabaja desde hace 23 años en el Hospital Regional de Fuerte Olimpo y es un orgullo tanto para sus compañeros de trabajo como para toda la comunidad, cuando doña Ramona reinició sus estudios secundarios ya tenía 45 años. Dijo que le costó retomar, pero con su lema de “querer es poder” lo superó todo.

Una luchadora de la vida

Esta mañana sorprendimos a doña Ramonita en su humilde hogar en el barrio San Miguel, preparándose para ir a tomar su turno en el hospital regional, donde trabaja desde hace 23 años y actualmente es todo un ejemplo de superación para sus compañeros y amigos.

Sus primeras experiencias de enfermera las consiguió a los 18 años, siendo ayudante de un médico en un centro asistencial privado que antiguamente funcionaba en esta población. Esto le sirvió para que sea llamada luego para trabajar en el entonces puesto de salud, hoy convertido en hospital regional.

Doña Ramonita dijo que posteriormente se vio forzada a renunciar a su trabajo, atendiendo a que debía encargarse del cuidado de sus hijos pequeños, pero ante la insistencia de los médicos de aquella época volvió de nuevo a trabajar en el nosocomio.

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Necesitaba título académico

“Posteriormente vino la orden del Ministerio de Salud de que todas las personas que trabajábamos en el área de la salud debíamos tener nuestros respectivos títulos académicos, por lo que me decidí a retomar mis estudios luego de varios años de abandono forzado”, dijo la mujer con una sonrisa en el rostro.

Tenía por entonces 45 años de edad y solo había culminado sus estudios primarios, por lo que desempolvar los libros no era tarea fácil, pero se armó de valor y retornó a las aulas.

“Pude finalizar mis estudios secundarios en el 2007, tres años después apareció la posibilidad de proseguir mi formación profesional, ya que se habilitó una universidad en la comunidad. Me ofrecieron una beca de un año, gracias a los responsables de dicha institución, y no dudé en lanzarme a esta maravillosa oportunidad de obtener un titulo universitario”, refirió la flamante egresada.

Ramona Sosa de Sosa, licenciada en enfermería en su lugar de trabajo.

Agregó que con el correr de los años tuvo que ir sorteando dificultades, pues se quedó sin beca de estudio y no podía pagar su carrera, pues tuvo que priorizar la educación de sus hijos, que ya se encontraban estudiando en la capital del país y esto representaba mucho gasto, por lo que decidió dejar temporalmente su carrera.

“Gracias a la ayuda de algunos compañeros del hospital, quienes inclusive me pagaron la matrícula de la facultad, pude retomar mis estudios en el 2012. Tuve que realizar todo un verdadero sacrificio, pues en varias oportunidades debí trasladarme hasta la capital del país para revalidar algunas materias y así seguir la carrera. Tras varios inconvenientes, sobre todo de orden económico, por fin pude culminar la facultad en el 2018″, comentó la mujer.

El desafío de la tesis

“En el 2019 me encontraba preparando para defender mi tesina, pero lastimosamente esto no pudo darse a consecuencia de la pandemia del COVID-19. El año pasado, un grupo de compañeras lograron obtener el permiso para defender, pero la muerte de mi padre impidió que de nuevo pueda presentarme, hasta que finalmente por fin pude lograr esta defensa y lograr mi título de licenciada en enfermería”, resumió su largo trajinar por la vida educativa.

“Uno de mis grandes baluarte para lograr este mérito, además de mis hijos, sin duda es mi marido, don Antonio Sosa”, dijo la mujer.

“Él tuvo que realizar varios trabajos para costear el pago tanto de mi facultad como la de nuestros hijos; de hecho, todos conocen en la comunidad la sacrificada labor del hombre”, agradeció la flamante licenciada a su pareja de vida.

Doña Ramonita dijo que su profesión de costurera también le ayudó a sobrellevar los costos del hogar, como asimismo en varias oportunidades tuvo que dedicarse a la venta de comestibles y así enviar un poco de dinero a sus hijos que estudiaban en la capital del país.

La sacrificada mujer dejó un mensaje a los jóvenes: que nunca dejen de estudiar, ya que la mayor herencia que uno puede recibir en la vida es obtener un título que acredite ser un profesional.

Ña Ramonita, como todos la conocen, en su lugar de trabajo.

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