El puerto de Pilar vive jornadas llenas de emoción y reencuentros. Cientos de compatriotas, en su mayoría residentes en Buenos Aires, llegan diariamente tras cruzar el río Paraguay en lanchas y en la balsa “Rafaela” para pasar las fiestas de fin de año con sus familiares. Cada llegada está cargada de abrazos, lágrimas y sonrisas que reflejan la importancia de volver a casa.
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Ramona Portillo es un ejemplo de este conmovedor momento. “Hace diez años que no veía a mis hermanos. Estoy muy emocionada de pisar mi tierra para pasar estas fiestas con ellos”, expresó mientras se dirigía hacia sus seres queridos que la esperaban con ansias para el abrazo.
Otros connacionales hicieron el viaje en automóvil desde Buenos Aires (Argentina), que, luego de registrar su ingreso en migraciones, partieron rumbo a la ciudad de General Díaz, mientras que otros se quedan en la ciudad de Pilar, donde los taxistas no dan abasto para tanta tanta demanda de los pasajeros para llegar a sus destinos.
El movimiento en el puerto de Pilar es constante, con lanchas que cruzan de un lado al otro del río Paraguay y la balsa que no descansa. Cada retorno de nuestros compatriotas es una historia de amor y sacrificio, un recordatorio de lo que significa el hogar para los paraguayos, que, a pesar de la distancia, nunca olvidan sus raíces.
En estas festividades, el puerto de Pilar no solo es un lugar de tránsito, sino un escenario en el que los sueños de reencuentro se hacen realidad, y las familias vuelven a unirse en torno al calor de la Navidad.