Monseñor Ricardo Valenzuela ofició la misa dominical de las 7:00 en el santuario de Caacupé. En su prédica cuestionó duramente la realidad que se vive actualmente en nuestro país.
Indicó que no podemos dejar que pase en silencio la categoría de los pequeños por excelencia, que son los niños. En este sentido, dijo que no se puede dejar de mencionar hechos tristísimos, como son los abusos que se cometen contra los niños.
“Los abusos en menores son una plaga que se revela cada día más extensa y profunda, como la pedofilia, el trabajo infantil o la explotación infantil. La violencia contra los niños es terrible. Esto hay que erradicar porque al niño se le debe el máximo respeto”, resaltó monseñor.
“El niño es un indefenso. No está en disposición ni siquiera de darse cuenta del mal que se le está haciendo. Al niño se le debe respetar y cuidar. Jesús ha dicho en este propósito una de las palabras más seguras: ‘Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que se le cuelgue una rueda de molino al cuello que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar’”, señaló.
Asimismo, el obispo agregó que si no es posible parar a estos autores de tales cosas, que son gente frecuentemente enferma, sin conciencia, al menos abramos los ojos nosotros para defender a nuestros niños.
“Si no es posible inclinarnos físicamente ante el Niño Jesús en la gruta, en el pesebre, como lo hicieron los padres y los Magos, al menos inclinémonos delante del Niño Jesús hoy, que son esos niños, nuestros niños. Jesús nos ha dicho: ‘Queridos hermanos, que vivamos estas últimas horas que nos separan de la Navidad con compasión y amor. Preparémonos espiritualmente para recibir al Niño Jesús, quien en el corazón de la noche va a venir junto a nosotros, es decir, a habitar en el corazón de cada uno de nosotros’. Para esto es indispensable que estemos disponibles y nos preparemos para recibirlo dispuesto a dejarle entrar en nuestro interior, dejarle entrar en nuestras familias, en nuestra ciudad, que su nacimiento no nos encuentre ocupados en festejar la Navidad haciendo tantas compras, olvidando que el protagonista de la fiesta es precisamente Jesús”, enfatizó monseñor Valenzuela.
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Nadie quiere mirar abajo y todos quieren estar arriba
En otro momento de su alocución, monseñor Valenzuela también cuestionó que hoy en día muchos solo quieren elevarse sobre sí mismos a una posición de honor, de potencia, de riqueza, de dominio, a una vida acomodada y todo lo que es grande y soberbio. “Nadie quiere mirar abajo y todos quieren estar arriba”, lamentó.
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“Cada uno quiere participar de su grandeza. Nadie quiere mirar abajo en donde está la pobreza, la humillación, la necesidad, la aflicción y angustia. Por el contrario, todos nos quitan, todos quitan la vista de una tal condición. Cada uno huye de las personas probadas así, las evita, las deja solas. Nadie piensa en ayudarles, asistirles y hacer que ellas lleguen a hacer algo. Deben permanecer en lo bajo y ser despreciadas”, dijo.
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El obispo añadió que, pese a estas cosas, aún quedan personas que gracias a Dios tienen el sentido de solidaridad humana, se acercan a quien está en situación de necesidad. “Y sobre todo nos sorprende cuando el pobre da un poquito más de aquello que estabas incluso imaginando. Debemos llegar a ser nosotros mismos los pequeños y los humildes. Nosotros, cada uno de nosotros, al menos aquí en el corazón, porque eso es lo que nos pide Cristo para tener una vida llena de plenitud y felicidad”, puntualizó monseñor Ricardo Valenzuela.