Monseñor Ricardo Valenzuela ofició la misa dominical de las 7:00 en el santuario de Caacupé. En su prédica habló sobre la falta de amor y tolerancia que dice observar hoy en día y dijo que la causa más universal de sufrimiento en el mundo no son las enfermedades u otras causas físicas, sino la falta de amor.
“Ya no amamos a nuestra gente como tiene que ser. Lograr amar a Dios y al prójimo significa haber encontrado el propio descanso. Hay que amar a Dios y al prójimo para encontrar la paz que tanto se necesita”, expresó.
“Amar a Dios, más que un mandamiento, es un privilegio. Y no vamos a dejar de darle las gracias a Dios, porque Él es el único amor que no decepciona nunca y que está en disposición de satisfacer plenamente la necesidad que tenemos nosotros de amor, de lo que necesita tanto el corazón humano”, agregó.
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Diferenciar lo “urgente” de lo “importante”
En otro momento de su alocución, el obispo Valenzuela dijo que hay que aprender a diferenciar las cosas “urgentes” de las “importantes”.
“Hay cosas en la vida que son urgentes pero no importantes. El riesgo nuestro de sacrificar sistemáticamente las cosas importantes para ir corriendo detrás de las urgentes”, explicó.
“¿Que podríamos hacer nosotros para amar a Dios y al prójimo por sobre todas las cosas?”, se preguntó. “¿Qué es la prioridad que tienes en tu vida? La salud, la familia, los amigos. Lo importante es poner en primer lugar todo esto”.
“Nosotros somos creyentes, nosotros deseamos conocer más a fondo el evangelio y saber qué debemos hacer para ganar la vida eterna. Hay que respetarnos los unos a los otros en esta sociedad paraguaya, que cada vez va camino a la indiferencia, a la intolerancia, a tratarnos mal, humillarnos y golpearnos. Seamos más empáticos”, puntualizó.
En la jornada se pudo observar una importante concurrencia de feligreses que coparon la explanada de la basílica.
Estuvieron presentes visitantes de Asunción, San José Obrero, Encarnación, Pedro Juan Caballero, Ciudad del Este, Misiones, Luque, San Estanislao, Mariano Roque Alonso, Coronel Oviedo y Argentina.
La animación de canciones religiosas estuvo a cargo del coro permanente de la basílica de Caacupé.
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