Freddy Romero, el sacerdote que hace bailar a la feligresía al ritmo de la cumbia

Un joven sacerdote conjugó su amor a Dios, a las personas y a la música para llegar a los corazones necesitados y avivar la fe. Es músico desde niño y fue ordenado hace siete años. Hoy es cura párroco en el barrio Santa Ana del bañado sur donde oficia la “Misa cumbia”. En sus ratos libres da conciertos.

Padre Freddy Romero, propulsor de la Misa cumbia en Paraguay.
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Freddy Romero es un sacerdote que va acompañado de su guitarra donde quiera que vaya para llevar alegría con música que alivia corazones sin fe. Vestido con indumentaria eclesiástica o una campera de cuero, incluso en ocasiones, con zapato de payaso, lleva la palabra de Dios a niños, jóvenes y adultos. Te contamos su historia de vida y en qué consiste la Misa cumbia.

Misa cumbia

El sacerdote misionero Redentorista llegó a la parroquia Santa Ana del bañado sur, en la capital del país, hace dos años cuando las misas casi no tenía gente.

“Cuando llegué a Santa Ana analicé la situación y el contexto cultural. Me di cuenta que escuchaban bastante la cumbia y el vallenato. Comenzamos a anunciar la Misa cumbia a través de flyers y la parroquia se llenó”, comenta.

La Misa cumbia se desarrolla los días miércoles desde hace un año y medio, congregando a gran cantidad de católicos en la parroquia y ya se convirtió en una tradición.

Párrocos de otras localidades contactan con el padre Freddy para invitarlo a llevar el ritmo de la cumbia a sus iglesias, por lo que rápidamente se va propagando este nuevo estilo de evangelización.

Las músicas de animación y alabanza son adaptadas por el sacerdote. La más aclamada es “La cumbia misionera”, que también es muy escuchada en Argentina.

Esta primera parte dura aproximadamente 30 minutos, para dar paso a la eucaristía “si el público está un poco desganado, le meto unas músicas más y luego al final para que vayan con gozo”.

Es el pionero en nuestro país con este ritmo, sin dejar de lado la esencia de una misa, que es llevar la palabra de Dios, escudriñar las escrituras y acercar el evangelio a los fieles.

Ejecutar el requinto es otra de sus virtudes que también es utilizada para la gloria de Dios. “También suelo hacer algunos punteos al terminar la santa eucaristía para animar a la gente”.

Agrega que al principio su método generó muchas críticas, que llamaba la atención por tratarse de algo fuera de lo común y tradicional, sin embargo, hoy es aceptado por todos y cuando no se realiza reclaman.

El mayor desafío de sacerdote Romero

La zona de los bañados son sitios donde la precariedad, falta de oportunidades, la delincuencia y el acceso a drogas está a la orden del día, por lo que el principal desafío de un párroco es llegar a personas en situación de vulnerabilidad y ser aceptados.

“El mayor de los desafíos son los vicios a los que cada vez más los chicos tienen acceso y que se debe hacer algo por ellos, niños y jóvenes afectados. Lastimosamente esta situación acarrea muchos perjuicios a la familia”, reflexionó.

Resalta también que la Misa cumbia ayuda a muchos de ellos que se animan a acercarse a la Iglesia a pedir ayuda. “Recurren a la Iglesia porque ahí reciben un trato digno, nosotros no le tratamos mal por estar con esa adicción o porque cometieron algún delito o crimen y eso le ayuda a ellos”.

Misa mitaí

Otra variante de la misa en la parroquia Santa Ana es la denominada mitaí, que es exclusivamente para los niños, donde el sacerdote interactúa con ellos a través de las músicas y coreografías.

Padre Freddy Romero oficiando la Misa Mitaí en la parroquia Santa Ana.

Comenta que muchas veces se viste de payaso, canta músicas infantiles dentro del contexto eclesial, realiza juegos y aprende las historias de la Biblia.

El padre Freddy en concierto

Para el padre Freddy Romero no hay desafíos grandes, con su fe puesta en Dios y la ayuda de la comunidad se lanza como solista en un concierto que busca recaudar fondos para la reparación del techo de la parroquia Santa Ana “porque llueve más adentro que afuera”. El objetivo es juntar G. 50 millones.

El próximo domingo 16 de junio a las 20:00, en el Teatro Municipal Ignacio A. Pane de Asunción, se realizará el concierto solidario donde el principal artista será el propulsor de la Misa cumbia en nuestro país.

Tendrá una duración de dos horas con un repertorio que incluirá folklore paraguayo, ritmos internacionales y algunas músicas religiosas.

El sacerdote y cantante contará con el acompañamiento del maestro Sergio Cuquejo, ganador del Latin Grammy a Mejor Álbum Cristiano en español con el disco “Lo que vemos”, de Marcos Vidal, además de otros artistas de todo el país.

Capellán en la Penitenciaría de Tacumbú

También se destacó en su rol de capellán en la Penitenciaría de Tacumbú donde con la música ayudó a muchas personas privadas de libertad, que en su mayoría, ya no tenían esperanza en la vida ni fe en Dios.

“Era fin de año y juntamos pan dulce que luego fuimos a repartir a los internos en Tacumbú, donde celebré la santa eucaristía y al término hice un mini show y fue realmente increíble. Los presos estaban contentos, se hicieron video que llegó hasta el Cardenal y después me nombraron capellán”, recuerda.

Cumplió la función durante un año y medio. Comenta que halló a gente muy valiosa que con la ayuda de Dios transformaron su vida y hoy se encuentran en el camino correcto.

“Para acercarme a ellos fue fundamental la música, me decían: Paí eru la nde mbaraka ha japurahéi (padre, vení con tu guitarra; vamos a cantar). Los internos me respetaban, me querían, yo era como un papá para ellos”, indica.

El instrumento que Dios le dio

Afirma que lo más importante para él como sacerdote es poder celebrar la misa utilizando la música, un instrumento que Dios le dio. “Con eso puedo alegrar el ambiente y llegar a más personas”, subraya.

Padre Freddy Romero en compañía de su fiel guitarra.

La música la lleva en la sangre ya que su bisabuelo fue concertista de guitarra y luthier.

Es hijo único por lo que en la mentalidad de sus padres no estaba la posibilidad de que fuera sacerdote, pero su madre lo llevó a estudiar música y conformar el coro de la parroquia “para ocupar su tiempo”.

La vocación sacerdotal la sintió por primera vez a los 11 años, cuando conoció a misioneros redentoristas, en su pueblo Carapeguá.

“Eso me cautivó, el trabajo de ellos tan cercano a la gente y tomé la decisión, porque quería ser como ellos”, recordó.

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