En el marco de la conmemoración del Día de la Mujer Paraguaya que se recuerda cada 24 de febrero, desde la organización Conamuri, encuentra como principal antecedente la Primera Asamblea de Mujeres, un evento significativo que tuvo lugar el 24 de febrero de 1867. “En aquella época marcada por la Guerra Guasu (1864-1870), las mujeres paraguayas, tanto de la capital como del interior del país, se unieron en solidaridad para apoyar los esfuerzos de defensa de la patria. En esa asamblea las mujeres resolvieron donar sus joyas y recursos personales para contribuir a la causa nacional”, señala la dirigente campesina Alicia Amarilla, coordinadora nacional de la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas (Conamuri).
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“La mujer campesina, específicamente, desde sus múltiples facetas, contribuye a la organicidad de la vida rural, la economía doméstica y la comunidad en su conjunto, pese a que la mayor parte del tiempo su labor se encuentre subvalorada o invisibilizada por las instituciones”, dice.
“Nosotras venimos desde hace muchos años en la dedicación de la conservación de la tierra, las semillas y el entorno demuestra un amor incondicional y una profunda conexión con la naturaleza que nos impulsa a enfrentar las dificultades tanto en entornos rurales como urbanos populares. Seguimos afrontando resistencias, y estamos en constantes luchas y resiliencias, la situación en muy compleja actualmente para la mujer paraguaya en nuestro país”, puntualiza la dirigente Alicia Amarilla.
“Para las campesinas e indígenas, el Día de la Mujer Paraguaya no solo es una fecha para valorar su natural solidaridad y abnegación, sino también una oportunidad para reflexionar sobre sus propias luchas y desafíos en la actualidad. A menudo enfrentamos dificultades como la discriminación de género, la falta de acceso a la educación y la salud, así como la lucha por la tierra y los bienes naturales”.
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“Las mujeres paraguayas son audaces y valientes, demuestran su fortaleza incluso en los momentos más difíciles”, continúa Alicia, que es también madre de dos hijos y estudiante de comunicación para el desarrollo. Las campesinas juegan un papel crucial en la producción de alimentos saludables, preservando y multiplicando semillas nativas incluso en pequeñas huertas. En ese sentido, la lideresa recuerda que, durante la pandemia, surgieron iniciativas como las “olleras”, mujeres que se dedicaron a alimentar a sus comunidades a pesar de los desafíos, mediante las ollas populares en los barrios.
“Somos las mujeres paraguayas descendientes de aquellas que nunca se rindieron ante la adversidad. Nuestra historia está marcada por la lucha y la resiliencia, y seguimos avanzando con determinación hacia un futuro más justo y equitativo”, escribe Alicia sentada en un ómnibus que la traslada desde Asunción, donde realiza actividades políticas y organizativas, hasta su comunidad, Repatriación. “Es hora de reconocer y valorar plenamente el aporte de las mujeres a nuestra sociedad, y trabajar juntos para garantizar que sus derechos sean respetados y protegidos en todos los ámbitos de la vida”, reflexiona.
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Las mujeres campesinas e indígenas son responsables de una parte considerable de la producción agrícola en nuestro país
Desde la siembra y el cultivo hasta la cosecha y la comercialización, desempeñan un papel activo en todas las etapas del proceso agrario. Contribuyen significativamente a la seguridad y soberanía alimentaria de sus comunidades y del país en general, cultivando una amplia variedad de alimentos tanto para el autoconsumo como para la venta en mercados locales y regionales.
Además del trabajo que realizan en la chacra, las mujeres campesinas asumen la responsabilidad del cuidado del hogar y la familia. Esto incluye la preparación de alimentos, el cuidado de los niños y de los animales domésticos, la atención a personas mayores y otras labores caseras.
Las mujeres campesinas son guardianas de las semillas, la cultura y las tradiciones rurales. Transmiten conocimientos ancestrales sobre agricultura, medicina tradicional, artesanía y otras prácticas culturales a las generaciones futuras.
Muchas mujeres campesinas e indígenas están activamente involucradas en movimientos sociales y organizaciones que luchan por los derechos de las comunidades rurales, la protección del medio ambiente, el acceso a la tierra y la igualdad de género en el ámbito rural.
“A pesar de los desafíos, muchas mujeres campesinas están involucradas en iniciativas de formación que les permiten adquirir nuevas habilidades y saberes para mejorar sus condiciones de vida y fortalecer su participación en la toma de decisiones a nivel comunitario; también son estas lideresas las que realizan gestiones ante las autoridades para fortalecer el desarrollo local, como la mejora de calles, la instalación de agua potable, la electrificación, etc., además de estar involucradas en las comisiones vecinales, pro capilla, pro escuela”, concluye Alicia.