La violencia contra las mujeres tiene muchas facetas, una de ellas es la económica, marcada principalmente por el control que ejerce el hombre por encima de ella a través del dinero, aprovechando contextos culturales que mantienen a la mujer relegada en relación a los varones.
Para la economista Verónica Serafini, los costos económicos de la violencia de género son muchísimos y altísimos, además de darse en muchos ámbitos. El primero de ellas es según la especialista, es el que sufren directamente las mismas mujeres, ya que este tipo de violencia tiene como objetivo eliminar su autonomía y reforzar la dependencia del hombre.
“Por supuesto que tiene costos directos, porque la violencia de género muchas veces implica servicios de salud, servicios judiciales, hacer trámites, un montón de papeleo que no son gratuitos y que por supuesto llevan tiempo y eso impide que las mujeres puedan continuar trabajando, y pierdan su empleo”, dijo Serafini.
La especialista puso como claro ejemplo la denuncia de comunicadoras sobre el acoso sexual que sufrieron. “Denunciar la violencia implica despidos, cuando la violencia de género es en el ámbito laboral”, dijo a ABC.
En 2018, un estudio realizado por el Ministerio de la Mujer y la Cooperación Alemana, estimó en cerca de US$ 1.500 millones el costo para el país de esa violencia. ¿Pero cuánto le cuesta a cada víctima?
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Costos que sufren también los hijos e hijas
Uno de los ámbitos en los que se manifiesta ese costo es el que incluye a la niñez, es decir, a los hijos e hijas de estas mujeres. “Tanto por las consecuencias económicas de las mujeres sobre las cuales se ejerció violencia, y la pérdida de ingresos, como las secuelas psicológicas en niños y niñas que después repercute también en su trayectoria educativa y laboral futura”, dijo.
Otro efecto colateral, señala la economista, es el que sufren las empresas, ya que la violencia contra las mujeres tiene una indudable repercusión sobre la productividad de las trabajadoras, que evidentemente disminuyen.
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¿Qué hacer con el trabajo no remunerado?
Una de las formas más comunes de la violencia económica tiene que ver con el trabajo no remunerado, es decir, que las mujeres realizan una serie de tareas domésticas y del cuidado de niños y ancianos que no son considerados como trabajo, y al no tener una retribución económica, disminuyen la influencia de la mujer en el hogar.
En ese sentido, la economista indicó que este conflicto tiene una solución desde el Estado, con las políticas de cuidado, que no existen en nuestro país. “Ofrecer servicios de cuidado infantil o para adultos mayores, centros de rehabilitación para personas con discapacidad, entonces se descarga el tiempo de cuidado de quienes se dedican a eso”, remarcó.
“Otro de los instrumento de las políticas de cuidado es el tiempo para cuidar, que en Paraguay existe a través de las licencias parentales, que para las madres son más largas, para los padres son cortas, entonces no redistribuye la responsabilidad del cuidado de los niños, y se recarga toda la responsabilidad en las mujeres”. explicó.
Esto sin embargo, explicó la especialista, solo alcanza a aquellas mujeres que obtienen una mejor educación y por ende empleos formales en relación de dependencia. “El 80% de las mujeres que trabajan no tienen licencias, y el 45% de las mujeres está en sus casas, por lo tanto tampoco tiene estos beneficios”, resaltó.
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El dinero para cuidar
Otro de los factores de esta sobrecarga del trabajo de cuidado que culturalmente se otorga a las mujeres, tiene que ver con el dinero que se requiere para ese cuidado. “La mayoría de los países que tiene políticas de cuidado incluyen transferencias para que los hogares puedan adquirir servicios de cuidado en el sector privado, si son necesarias”, señaló.
“En Paraguay el sector público tiene la asignación familiar, los establecimientos que tienen crédito presupuestario, entregan esa bonificación a los trabajadores. Nuestro código laboral señala que adicionalmente al salario, el sector privado tiene que otorgar una asignación familiar para los trabajadores que tienen niños. Y si tienen empresas con muchas mujeres trabajando, el código laboral también tiene la obligatoriedad de tener guarderías”, dijo Serafini.
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¿Quién cuida a las cuidadoras?
Otro de los inconvenientes que trae acarreado el trabajo del cuidado de personas es la falta de cuidado para ellas. “Detrás del cuidado de adultos mayores, por ejemplo, pueden haber accidentes laborales. Ellas también, además de cuidar, tienen derecho a una jubilación, a un seguro médico. Sin embargo ese trabajo que en Paraguay, la mayoría es ejercido por el trabajo doméstico, es uno de los sectores más informalizados”, reclamó.
La economista acotó que un componente fundamental para las políticas de cuidado son las campañas de concientización para que todos asumamos, no solo las mujeres, también los hombres, parte de la carga del cuidado que implica tener niños, niñas, y por supuesto también el sector privado.
“A todos nos interesa que los niños, niñas, se formen, tengan salud, porque son los que en el futuro van a conformar la fuerza de trabajo y permitir sostener el crecimiento económico, la seguridad social, pagar las deudas con los impuestos y todo lo que permite que la economía funcione”, concluyó.
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