Condenado a 3 años y seis meses de cárcel por agresiones contra su expareja

Un Tribunal de Sentencia condenó a un hombre a 3 años y seis meses de pena privativa de libertad por violencia física y psicológica contra la que actualmente es su expareja. Sin embargo, el agresor seguirá con libertad ambulatoria hasta que el veredicto quede firme. El hecho ocurrió en febrero de 2022, cuando ambos iban a la Penitenciaría de Tacumbú para visitar a un hijo de la víctima.

José Miguel Gauto Cuenca (remera roja), condenado a 3 años y seis meses de cárcel por violencia familiar.Gustavo Machado
audima

José Miguel Gauto Cuenca (38) fue condenado a 3 años y seis meses de cárcel, tras probarse en el juicio oral y público la violencia física y psicológica a la que sometió a la víctima, una comerciante de Asunción, con quien mantuvo una relación sentimental y convivencia por un año y medio.

La sentencia unánime fue dictada por el tribunal presidido por la jueza Olga Ruiz e integrado por sus colegas Federico Rojas y Víctor Medina, quienes resolvieron además que el ahora condenado siga en libertad ambulatoria hasta que el presente fallo quede firme, teniendo en cuenta que al inicio del proceso penal estuvo en prisión preventiva y luego con arresto domiciliario. Con ambas medidas cautelares estuvo privado de su libertad por casi un año.

Para el Colegiado de Sentencia, en el juicio oral quedó plenamente probada la teoría de la fiscala Fátima Villasboa, quien había solicitado una pena de 5 años de prisión para el acusado, y el abogado querellante Javier Cáceres, quien en sus alegatos finales requirió una condena de 6 años de cárcel para el encausado.

Este proceso penal se inició con la denuncia presentada por la víctima tras lo ocurrido la tarde del 5 de febrero de 2022, cuando se dirigía con su entonces pareja José Miguel Gauto a la Penitenciaría de Tacumbú, en una camioneta Toyota Prado, para visitar a su hijo que estaba recluido en el sector “La Granja”, con el objetivo de festejar el cumpleaños de una hija menor del interno.

Agredió física y verbalmente a su pareja

El Ministerio Público y la querella lograron probar en el juicio que en la mencionada fecha, cuando la pareja ya estaba en inmediaciones de la Penitenciaría de Tacumbú, discutió y se desvió del lugar adonde se dirigía.

“El señor José Miguel Gauto Cuenca, aprovechándose de su mayor contextura física y fuerza en relación a su pareja, la agredió verbal y físicamente con golpes de puño en el rostro, dejándole rastros visibles de moretones en su rostro”, resalta parte de la acusación, que para el Tribunal de Sentencia quedó demostrado con los elementos de prueba producidos en el juicio oral.

El querellante Javier Cáceres y la fiscala Fátima Villasboa.

Ante lo ocurrido, la víctima pidió auxilio desde el interior de la camioneta sin lograr que nadie pudiera ayudarla. Al alcanzar la intersección de la Avda. Félix Bogado y la calle 18 de Julio, cerca de la Capilla Santísima Virgen María, donde se encuentra un semáforo, la mujer logró tirarse de la camioneta y huir de su agresor.

La víctima pidió ayuda a un transeúnte que pasaba por la zona, quien la acercó hasta la Comisaría 2ª de Asunción, donde realizó la denuncia, de acuerdo a lo probado por la fiscala Fátima Villasboa y la querella adhesiva.

Agredida porque “no avisó que debían girar”

De acuerdo al relato de la víctima, al momento de la agresión, el ahora condenado estaba tomado y se molestó porque, al momento de llegar a la dirección donde debía hacer el giro para ir a la Penitenciaría de Tacumbú, la mujer no le avisó que debía realizar dicho giro.

“Fue entonces que el hombre empezó a maltratarla, primero verbalmente, diciéndole que era una estúpida, que varias veces ya habían ido y cómo no iba a recordar la dirección donde debía hacer el giro”, resaltó el Tribunal de Sentencia al momento de dar a conocer su veredicto.

El agresor estaba tomando cerveza de una lata y derramó sobre la cara de la víctima la bebida, luego le propinó un golpe de puño en la cara, siguió con más golpes en el rostro, por lo que pidió auxilio, pero nadie la escuchó porque las ventanillas de la camioneta estaban cerradas. Como el hombre no paraba, la mujer aprovechó el semáforo para lanzarse del rodado y huir de su agresor.

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