El académico destacó la figura del poeta popular y músico, Emiliano R. Fernández, el autor más importante y significativo de ese proceso. El poema “Rojas Silva rekávo” fue escrito por Emiliano R. Fernández en el año 1927, tras conocer la muerte del teniente Adolfo Rojas Silva por fuerzas bolivianas. Posteriormente, le pondría música, Mauricio Cardozo Ocampo.
Emiliano y el joven oficial eran amigos, recuerda el profesor Alfonso. Se conocieron cuando Emiliano trabajaba en un obraje, propiedad del español Gregorio Leoz (padre de Nicolás Leoz), y el teniente Rojas Silva estaba al frente de una cuadrilla que trabajaba en el tendido del hilo telegráfico, en el kilómetro 61 de la vía férrea (Chaco paraguayo). Estaban a escasas dos leguas uno de otro (10 kilómetros) por lo que eran frecuentes los encuentros donde no faltaban la música, el asado y la caña.
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El poema dedicado a su amigo asesinado y en el que hacía un llamado a vengar esa muerte fue el primero de una serie de canciones escritas antes, durante y luego de la guerra. “Rojas Silva rekávo” se convertiría en un himno popular de protesta, en el que se expresa el sentimiento patriótico del pueblo y el reclamo popular al gobierno por acciones ante lo que acontecía en el Chaco. Una segunda canción es “Che la reina” o “Ahama che china”, escrita en 1928, que habla del patriota que deja su casa para ir al Chaco a defender a la patria. Ambos tienen un efecto motivador, catalizador de ese sentimiento nacionalista que el poeta supo sintetizar en sus obras.
Otra canción de gran impacto popular es “13 Tutyuti”, escrita durante la guerra, en 1933. Aquí el poeta describe con una habilidad extraordinaria el escenario de guerra. Esta canción, una de las más populares del músico, tiene un efecto motivador en los combatientes. De esa época en la guerra también nace la descriptiva canción “Che retempe pyhare”, donde Emiliano describe con maestría el sentimiento del soldado combatiente, explica.
En la canción “Che la reina” incluso se ve una premonición de Emiliano, cuando en su amada le dice “aimero en Parapiti, amoguahene nde aysápe, che ñe’ëmi kuatiape, ne’ïraha asapymi”. En 1928, antes incluso del inicio de la Guerra, el poeta adelanta que las tropas paraguayas llegarían al río Parapiti, como efectivamente ocurrió. Por entonces se tenía plena conciencia que el río Parapiti era la frontera natural con Bolivia, afirma.
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Estigarribia, un gran estratega y visionario
Muchos músicos se destacan por su gran aporte a la causa nacional durante la guerra, sostuvo el historiador, quien a más de Emiliano citó a Julián Alarcón, Roque Centurión Miranda, los hermanos Larramendia, Juan Rejala, José Melgarejo, entre otros, y al director de la “Orquesta Comanchaco”, Herminio Giménez.
José Félix Estigarribia, comandante del ejército en campaña, fue un hombre de amplia cultura, le gustaba la música, la poesía, el teatro. En 1932, con una visión clara de su importancia estratégica, con los músicos que se habían presentado para combatir por la patria crea la orquesta Comanchaco. Les cambia el fusil por un instrumento musical, nombra director de la orquesta al gran músico Herminio Giménez. Durante los tres años de la contienda bélica esta orquesta recorre los fortines chaqueños animando a los combatientes, celebrando las victorias, o apaciguando la tristeza cuando se producían pérdidas o grandes bajas, señala.
Hasta la actualidad las más célebres composiciones de Emiliano R. Fernández resultan motivadoras, así como lo fue en su momento, insuflando espíritu de patriotismo a todo un pueblo y en particular a aquellos combatientes.