Con rezos y cantos honraron a Pablito en Ypacaraí

Una gran cantidad de fieles acompañó ayer la procesión en honor a Pablito. Con rezos y cantos numerosas familias y visitantes de diversas ciudades hicieron el recorrido en los alrededores de la Capilla Kurusu Pablito. También se realizó una misa que fue oficiada por Mons. Joaquín Hermes Robledo quien durante su homilía resaltó la unión y el amor de la familia.

Varias familias con sus hijos se unieron a la procesión en honor a Pablito en Ypacaraí.
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En Ypacaraí se conmemoró a Pablito y en su honor los pobladores de la zona y visitantes de otras comunidades con una procesión recorrieron las inmediaciones de la Capilla Kurusu Pablito. Se pudo observar una llamativa presencia de jóvenes estudiantes de varios colegios, familias con sus hijos y movimientos religiosos que también acompañaron el homenaje. Es una tradición que cada 29 de junio los creyentes hagan sus visitas a la capilla para pedir algún favor o para agradecer.

Desde tempranas horas del jueves muchos creyentes visitaron la Capilla Kurusu Pablito que se ubica en el km 42 de la ciudad de Ypacaraí. Los visitantes acuden con velas y otros incluso van con sus hijos pequeños que están enfermos para encomendar a Pablito su sanación.

La tarde y noche del jueves la Capilla Kurusu Pablito estuvo copada de fieles y luego se desarrolló la santa misa que estuvo presidida por el obispo de la diócesis de San Lorenzo Mons. Joaquín Hermes Robledo.

Homilía del Monseñor Robledo

Durante su homilía Mons. Joaquín resaltó la unión y el amor de la familia haciendo énfasis en que estos momentos son esenciales para fortalecer nuestra fe y compartir con los seres queridos. Así también destacó la fe que mueve a los creyentes e instó a las familias a continuar con la misma fuerza y religiosidad.

Concurrida participación en la santa misa en honor a Pablito.

Historia de Pablito

Según datos un 29 de junio del año 1945 en el día de los santos Pedro y San Pablo nació un niño de familia humilde y se lo bautizó con el nombre de Pablo. En unos días Pablito empezó a sufrir algunas enfermedades, que de un cuadro gripal se complicó. Por esta razón su madre rezó y pidió un milagro a la Virgen de Caacupé para que curara a su hijo.

Asimismo cuentan que el día 7 de diciembre de 1945, Pablito iba en los brazos de su madre camino a la villa serrana. En aquella época se sentía un intenso calor y la madre iba con su pequeño hijo continuó su camino hasta que al llegar al Km 42 de la Ruta 2, Ypacaraí, la madre se dio cuenta de que su hijito dejó de respirar Pablito había muerto de sed.

A los 9 días, luego de esta triste situación los familiares plantaron una cruz para recordar a Pablito, en el lugar. Días después el sitio, donde falleció Pablito en el mismo lugar donde se colocó una cruz nació un extraño manantial de agua, que después sació la sed de los peregrinos que se dirigían a Caacupé.

Dicen que la gente se dio cuenta de que el agua curaba a los enfermos. Hasta que en muy poco tiempo el lugar fue considerado sagrado, donde la gente iba a buscar el agua para curar sus enfermedades o la de su familia. De esta forma nació la fama de Kurusu Pablito. Pasaban los años y todas las personas que recibían la ayuda de Pablito, le levantaron un nicho, y el manantial se trasformó en pozo hasta que en el lugar se construyó una Capilla.

Hoy en día mucha gente sigue acudiendo al lugar con fe a pedir algún favor o a pagar alguna promesa. La gente se acerca a encender una vela y a rezar. Numerosos creyentes confirman que Pablito es milagroso y que incluso también ha hecho milagros a gente de la Argentina y del Brasil.

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