Monseñor Ricardo Valenzuela presidió la misa dominical en el Santuario de Caacupé y durante su homilía recordó las injusticias del Paraguay. Lamentó que hasta hoy en día haya tantos problemas sin resolver y recordó el caso de la pequeña desaparecida en Emboscada que ocurrió hace 3 años y que hasta hoy siguen sin encontrarla, dijo: “¿Qué pasa con nuestra justicia, que hay muchos casos sin resolver?. Así también lamentó la tristeza de muchas familias que no consiguen los medicamentos necesarios en los hospitales. “Llevemos consuelo a nuestros hermanos que están sufriendo”, expresó.
Señaló que en estos momentos es cuando los cristianos deben tener en cuenta que el Espíritu Santo no solo es luz y consejo sino también es fuerza. El hombre tiene la necesidad sobre todo del consuelo para vivir, enfatizó.
Explicó que muchas veces la feligresía se encuentra inquieta, con sentimientos de soledad, de cansancio; porque el futuro da miedo y los amigos fallan. Por esa razón en esos momentos de confusión social hay que fortalecerse con el consuelo del Espíritu Santo, recomendó.
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Problemas sociales
El obispo resaltó que con la situación de los problemas sociales se debería ser colaboradores del Espíritu Santo para llevar el consuelo a los hermanos que están sufriendo, en el hospital con escasos remedios, los niños abusados, etc.
¿Qué debemos hacer para recibir el Espíritu como consuelo de Dios?, se preguntó.
“Tenemos que llamarle con fe y confianza, pues Paráclito significa en griego aquel que es llamado en defensa, aquel del que se busca el consuelo”.
Agregó que a veces se acude a otras fuentes de consuelo, a cántaros rotos, como pueden ser las riquezas, el poder, los placeres, las distracciones mundanas y miles de insignificancias, o se mendiga consuelos humanos que no consuelan ni el alma, ni el corazón, sino que dejan más heridos y vacíos, expresó.
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La solidaridad
Valenzuela también hizo énfasis en el significado de la solidaridad y destacó que es una virtud muy importante porque es la luz de lo dicho, “no es difícil descubrir quiénes hoy son solidarios alrededor nuestro”.
“Los que tienen esa nobleza son los que se inclinan sobre los enfermos terminales; los que se preocupan de aliviar la soledad de los ancianos; los voluntarios, que dedican su tiempo a visitas a los hospitales, organizan ollas populares y gestionan banco de alimentos” insistió.
También nombró a los que se dedican a los niños, víctimas de abusos de toda índole, dentro y fuera de la casa. “Paráclitos son igualmente quienes se hacen defensores de los derechos de los menores amenazados, al igual que muchos pobres, que se hacen voz de quienes no la tienen” especificó.
Monseñor recalcó que todos deben ser paráclitos, porque esto es un instrumento de consolación del Espíritu, sobre todo de quien viene la palabra de Dios, de la esperanza y del perdón. “Trabajemos con tesón por alcanzar esa paz que tanto necesitamos”, dijo Valenzuela.
En la jornada dominical se pudo visualizar una gran concurrencia de familias que acudieron al Santuario desde diferentes ciudades como San Lorenzo, Piribebuy, Caazapá y Fernando de la Mora, entre otras.
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