Regulada de buses: ¿qué impacto tiene en la salud mental?

En los últimos días se agudizó la actual crisis del sistema de transporte público de pasajeros. Los usuarios son sometidos a perder varias horas de su tiempo esperando en las paradas, o viajando incómodos, y hasta arriesgando sus vidas al ir colgados de los buses para llegar de alguna forma a sus destinos. Un psicólogo advierte que esto tiene un fuerte impacto en nuestra salud mental.

La violencia sistemática de la que son víctimas los usuarios del transporte público, tiene repercusiones en su salud mental, asegura el Licenciado en Psicología, Osvaldo González.ABC Color
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Largas esperas que comienzan desde muy temprano en la mañana y continúan hasta altas horas de la noche. Inseguridad, tanto de sufrir algún tipo de violencia física, como de no llegar, por ejemplo, a tiempo al trabajo o a casa. Incapacidad de controlar nuestro tiempo, eliminando toda forma de planificación propia o familiar, son solo algunos de los dramas que hoy viven los usuarios del transporte público.

Todo esto constituye para los pasajeros una pérdida total de autonomía, que se convierte en algo constante, de todos los días. Situación que hoy se ve todavía más agravada por la evidente regulada, que esta semana generó la indignación de todos, cuando superó todos los límites de la tolerancia.

Aunque parezca algo a lo que ya estamos acostumbrados, debido a las décadas de sufrimiento que tenemos los habitantes del área metropolitana de Asunción, por culpa del pésimo servicio que brindan las empresas privadas asociadas a la Cetrapam, un profesional de la salud advierte de los riesgos que esto genera para nuestra salud mental.

Osvaldo González, psicólogo y terapeuta, señala de qué manera toda esta violencia a la que sistemáticamente somos sometidos los usuarios del transporte público, se traslada a todos los aspectos de la vida, a la familia, a los hijos, a la propia productividad laboral, y más grave, a nuestra salud física.

Pasajeros esperan por horas y sin la infraestructura adecuada para su comodidad.

Es una precarización de la vida

Para Osvaldo González, psicólogo, esto que está pasando es claramente una precarización de la vida de los ciudadanos, teniendo en cuenta la definición que hace la Organización Mundial de la Salud, de lo que esta palabra, salud, significa: un estado completo de bienestar físico, mental y social.

Esto significa que tener salud no es solamente no tener enfermedades, mismo criterio que se aplica a la salud mental, asegura el profesional. “Cuando te someten a vivir de esa manera, con la incomodidad, la imposibilidad de disponer de tu tiempo, al cansancio, además del estrés, eso definitivamente tiene efectos sobre la salud mental”, aseguró el profesional.

Esto puede tener repercusiones claras en otros aspectos como la educación de los hijos, que en estas circunstancias se quedan solos durante muchísimo más tiempo del habitual, padres que llegan cansados, sin energía para un relacionamiento afectivo normal con sus hijos. “Son hijos que quedan sin padres, prácticamente, con suerte con algún hermano, o la abuela”, dijo el psicólogo.

Para el profesional, esta es una clara forma de violencia que evita que el trabajador pueda disponer de su propia vida, y que alguien que es sometido constantemente a esta violencia genera algo que se denomina indefención aprehendida, consecuencia de la imposibilidad de cambiar las cosas.

El sistema, así como está, le roba al ciudadano el manejo de su propia vida.

Implicancias en la cultura

Este tipo de violencia absolutamente denigrante, genera, explica el profesional, el comportamiento de escape de la realidad que constantemente vemos los fines de semana. “Cuando vos vivís esto todos los días no tenés más ganas de nada. La gente que vive así, sábado y domingo, solo quiere dormir”, para evadirse de esa realidad tan desgastante.

A esto, el profesional le suma la realidad de que hoy hay negocios que funcionan 24 horas al día, cuyos trabajadores tienen que salir, muchas veces de madrugada, cuando prácticamente ya no existe ese servicio. “Antes no había eso, y para esa gente su movilidad es todavía más de terror, porque no hay”, señaló.

“Esta indefención aprehendida, a la larga, se traspasa a todas las dimensiones de mi vida, no puedo estudiar, no puedo ser mejor esposo o esposa, no puedo darle una vida mejor a mis hijos”, dice González. “Y como no podés hacer nada, tu cabeza cree que no te queda otra que aguantar, y eso produce mucha desesperanza”.

Esto es lo que vemos en nuestra cultura, donde el “paraguayo” tiene que aguantar todo. “Es como un mito que dice que el paraguayo es fuerte, ese mito es esto, y eso se refuerza. Es algo cultural que termina afectando a nuestro contexto y en cómo yo me veo a mi mismo. Con el trato que recibo me están diciendo quién yo soy, y qué me merezco”, lamento el psicólogo.

Regulada de buses en la zona de Villa Morra de Asunción.

Es imposible tener salud mental sin descanso

“Imposible es tener salud mental sin descanso. Esta gente no descansa, llega a su casa, se acuesta y pocas horas después ya tiene que prepararse para ir otra vez”, aseguró. “Sin el descanso adecuado es imposible tener salud mental”, dijo. “Si o si terminás explotando en algún lado, o en tu casa o en el trabajo”, aseguró.

Esto tiene a su vez sus consecuencias a nivel físico, según el profesional, que puede tener incluso su grado extremo que es el surmenage, que significa el embotamiento a nivel cognitivo. “Tu cabeza se apaga, y eso es un aspecto físico que puede ser irreversible”, destacó el profesional.

El estado de vulnerabilidad puede desencadenar incluso enfermedades mentales, según el psicólogo.

¿Puede esto desencadenar enfermedades mentales?

La pregunta es si este tipo de situaciones pueden desencadenar en enfermedades mentales, y la respuesta, según el profesional, es que sí. “Estar en un estado de vulnerabilidad social, te hace más proclive a desarrollar enfermedades mentales”, aseveró.

“Hay cuestiones que son genéticas, componentes que provocan ciertas tendencias, o una historia de mucho maltrato, y que con este tipo de situaciones hacen que sea más fácil que se generen problemas mentales más graves”, aseguró.

“El Estado es el que permite este maltrato hacia las personas y no se está haciendo cargo de las consecuencias”, concluyó

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