Los techos están con goteras, y los pisos destruidos, además de que las maquinarias están constantemente averiadas. Los aparatos en desuso se encuentran desde los pasillos hasta el patio trasero del Instituto. El director actual, el Dr. Nelson Mitsui, asumió que en el lugar se ha formado un vertedero, debido a que los muebles y electrodomésticos forman parte del patrimonio, y deshacerse de ello no es tarea fácil.
Varios aparatos y mobiliarios averiados, como lavaderos de manos, utilizados en época de Pandemia, aún en buen estado fueron tirados a la rivera de una corriente de agua que pasa cerca del predio del instituto. Estos mobiliarios antes de que sean guardados o utilizados como repuestos dentro del centro asistencial, como por ejemplo en los baños donde faltan bachas en los lavatorios, simplemente son tirados.
“En cuento al estado del Instituto, es necesario una urgente intervención. Estamos hablando de una infraestructura con más de 35 años. Se cuenta con la empresa que se encarga de realizar los mantenimientos, pero los trabajos se realizan a medida que el Ministerio de Salud realiza el desembolso. En cuanto a las cosas que tenemos en la parte trasera se debe realizar todo un proceso para despachar lo que hay ahí, ya que forma parte del patrimonio del instituto”, explicó Mitsui.
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Juan Vera, del grupo de “Pacientes del Incan - Elegidas”, dijo que hay muchas necesidades. Mencionó que el Incan, al ser dependiente del Ministerio de Salud en cuanto a presupuesto, no puede disponer de dinero para ejecutar obras. “No solo hay necesidad en cuanto a infraestructura, la falta de medicamento es una constante. Nosotros como organización mandamos traer de Clorinda para ayudar a los pacientes”, refirió Vera.
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A pesar de estos problemas, miles de personas llegan hasta el Incan para pedir atención. Muchos llegan para agendarse por primera vez, mientras que otros acuden hasta el centro asistencial para continuar con sus tratamientos y controles. Sin embargo, no todos pueden acceder al servicio.
El caso de Angel Almirón, y su esposa Cecilia Graciela Vera Evers, es el ejemplo de lo que padecen muchos enfermos. Angel cuenta que desde hace dos meses llegó desde el departamento de Coordillera, de la zona de Juan de Mena para que su esposa sea tratada de un tumor maligno que se encuentra alojado en el cuello del útero.
“Mi esposa está en tratamiento hace un mes. Hoy tenía que realizarse su última quimioterapia, para luego ser operada, pero no pudo ser atendida debido al tiempo. Nos dijeron para regresar mañana. Con relación a medicamentos, tenemos que comprar, porque poco o nada recibimos. Tuvimos que vender nuestra propiedad para venir. Ya gastamos cerca de G. 15 millones. No hay para hacerse tomografía, si necesitamos, nos vamos al Ineran”, refirió Angel Almirón.
Pese a estos problemas, los pacientes se muestra esperanzados de que la viacrucis termine un día. Dicen que el solo sufrir de cáncer ya es una carga muy pesada para el paciente y los familiares, como para soportar la falta de interés de las autoridades para asistir a los enfermos.