“La sangre de esta inocente clama al cielo para pedir justicia”, dijo monseñor Valenzuela

El obispo de la Diócesis de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela, presidió la santa misa en el santuario Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé. Durante su homilía, cuestionó la terrible situación del país y lamentó la violencia que emerge en los jóvenes. “La sangre de esta inocente clama al cielo para pedir justicia”, expresó monseñor sobre el asesinato de una menor en Caaguazú.

Durante la misa en Caacupé, el obispo Valenzuela lamentó el incremento de la violencia.
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Monseñor Ricardo Valenzuela inició su homilía hablando sobre la realidad del Paraguay y manifestó su tristeza por las terribles noticias que se tuvieron en la última semana. Resaltó que si hay algo que recordarán por mucho tiempo es lo que sucedió en estos días. “¿Que está pasando con la violencia que emerge en nuestros jóvenes? ¿Qué está pasando con la justicia de nuestro país?”, se preguntó el obispo.

Señaló que lo que ocurrió estos días dejará huellas imborrables en nuestro corazón por muchos años. Lamentó el crimen de terror que sufrió la pequeña de Caaguazú, que fue abusada sexualmente, torturada y posteriormente asesinada.

“¿Qué tenían en mente para llegar a este punto con una menor? Lo que hicieron no tiene nombre. La sangre de esta inocente clama al cielo para pedir justicia. Elevemos una oración por esta niña que murió atacada salvajemente”, expresó con tristeza monseñor Valenzuela.

Así también, recordó lo que fue la condena a cadena perpetua de los jóvenes que asesinaron a Fernando Báez. Pidió una oración por Fernando y para los condenados, que siendo aún tan jóvenes ya tienen una cadena perpetua.

“Ojalá nunca más ningún hijo vuelva a pasar por una experiencia así, como la de Fernando y como la de estos jóvenes. Pidamos por su conversión”, dijo el obispo.

Resaltó que todas estas situaciones son señales para que “cambiemos nuestra dirección, para que nos acerquemos más a Dios, y si estamos por un mal camino, busquemos la conversión”.

“Debemos seguir los mandamientos, porque Jesús quiere que seamos felices. No solo no hay que atentar contra nuestro prójimo, sino que tampoco hay que derramar sobre él el veneno de la ira”, expuso la autoridad eclesiástica.

Señaló como otro de los “pecados comunes” el hablar de los demás. “No hay que hablar de la gente, no hay que dañar, criticar, ni ofender a nuestro prójimo. Eso solo nos llena el corazón de amargura y nos aleja de las personas”, sostuvo.

El obispo dijo que está convencido de que si cada uno fuera capaz de evitar las críticas hacia los demás todos podrían ser santos. “Las críticas no ayudan al cambio, lo único que hacen es abrir una herida grande y dejar cicatrices. Es por esa razón que Jesús nos propone seguir el amor, amar sin medida, amar al prójimo”, enfatizó.

Indicó que “lo peor que uno puede hacer en la vida es estar mal con el prójimo, con el vecino, con los amigos y con la familia. Siempre hay que tratar de reconciliarse. Jesús no da importancia a la parte externa. Él mira la raíz, y el cambio hay que hacerlo desde adentro”, expresó el clérigo.

“Para tener comportamientos buenos y honestos, vale la sinceridad, allí debemos llegar todos. Jesús nos enseña cómo hacer plenamente la voluntad de Dios, movidos por la justicia, por el amor, por la caridad y por la misericordia”, resaltó monseñor Ricardo Valenzuela.

No olvidar los mandamientos y tener una conversión

Monseñor Ricardo Valenzuela insistió a los fieles en cuanto a seguir los mandamientos de Jesús, porque “Él solo quiere nuestra felicidad y bienestar”. Resaltó que los jóvenes de hoy en día y los padres en unidad junto a sus familias deben buscar la conversión de la mano de nuestro Señor, pues “solo Él podrá guiarnos por el camino de salvación”.

Finalmente, el obispo pidió a los feligreses que confíen en Dios, porque “Él no abandona y cumple sus promesas. Busquemos un mundo más justo y fraterno”, aconsejó monseñor.

Al término de la jornada dominical se pudo observar una concurrida presencia de las familias, que -como ya es habitual- llegan de diferentes localidades para participar de la santa misa.

Estuvieron presentes grupos de familias de San Ignacio, Misiones; de Pedro Juan Caballero, Pirapó, Itapúa, Bella Vista Norte, San Juan, Misiones; Concepción, Puerto Yguazú (Argentina), reservistas de Caballería y del Chaco. El coro estuvo animado por el grupo de la Parroquia Virgen de Caacupé de Villeta.

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