En estos momentos el acceso al puente es un polvorín a punto de estallar. Los ánimos están muy caldeados, y el congestionamiento que se produce en la vía de acceso hace imposible la circulación.
Desde hace un par de meses las autoridades de frontera resolvieron separar las filas de vehículos en el acceso al puente: de un lado los de chapa paraguaya, y del otro para los automovilistas con placas extranjeras.
Esta medida tiene por objeto a facilitar la venida de turistas compradores argentinos, y evitar que hagan largas horas de espera para regresar a su país compartiendo la fila con los automovilistas paraguayos, en su mayoría “paseros” que se dedican a traer combustibles desde Posadas.
Desde un principio esta determinación no fue del agrado de los paseros, quienes calificaron al hecho como un “privilegio” a los extranjeros.
En cierta medida, la protesta tiene fundamento; atendiendo a que muchos de los argentinos que cruzan a Encarnación no son simples “turistas compradores”, sino que también se dedican al tráfico hormiga de combustibles, con la ventaja incluso de que tiene un precio diferenciado a su favor. Las estaciones de servicio en Posadas venden a un precio mayor a los vehículos con chapa paraguaya.