El nuevo caso fatal de mordedura de serpiente se registró esta madrugada, en la comunidad indígena Marangatú del departamento de Amambay, ubicada a unos 70 kilómetros de Pedro Juan Caballero, reportó el corresponsal Gilberto Ruiz Díaz.
Valentina Recalde contó que su hija de 6 años fue mordida a las 19:00 del jueves y el viernes la llevaron al Hospital Regional de Pedro Juan Caballero, de donde esa noche fue trasladada hacia Asunción en ambulancia. Al llegar a Emboscada la niña no resistió y falleció.
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La madre contó que tras la mordida de la serpiente, medicaron a la pequeña con un yuyo conocido como “sombrilla”, que comúnmente se usa en estos casos. Indicó que no vieron qué tipo de serpiente fue la que mordió a la niña.
Por otro lado, Valentina dijo que fue maltratada por los enfermeros, quienes además se negaron a ser identificados.
Segunda muerte por mordedura de serpiente en Amambay
Esta es la segunda muerte que se produce en diciembre a causa de mordeduras de serpientes en Amambay. El 6 de diciembre, en Capitán Bado, falleció por las mismas causa un joven de 18 años.
Además, un niño de Canindeyú falleció el jueves, luego de ser mordido por una jarara mientras dormía, en su habitación, e incluso cuando sus padres lo socorrieron en el momento y lo llevaron a un hospital, donde le aplicaron suero antiofídico.
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El especialista en toxicología de fauna peligrosa y parte del Centro para el Desarrollo de la Investigación Científica, Adolfo Borges, califica de “grave” el problema de las mordeduras de serpientes en Paraguay.
“Estudios recientes ubican a la región oriental del país, junto al sureste del Brasil, como una de las regiones con mayor incidencia de mordeduras de serpiente en toda la América del Sur”, señala el investigador.
Plantean identificar zonas de riesgo para mejor uso del antiodífico
Borges afirma también que son escasas las pesquisas realizadas en el país para identificar cuáles son las zonas de mayor riesgo para este tipo de accidentes, lo que podría establecer “mecanismos de aprovisionamiento de antídotos efectivos, dirigidos hacia las zonas más problemáticas del país”.
“El accidente ofídico es una enfermedad asociada a la pobreza, afectando a los estratos socioeconómicos más bajos de la población, cuyas víctimas más vulnerables son los habitantes de las zonas rurales”, afirma Borges, y resalta la necesidad de que el Paraguay, que importa los antídotos, comience a producirlos.
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“Así como ha sido demostrado recientemente en el caso de los alacranes de importancia médica que habitan Paraguay, los venenos de las serpientes locales también podrían tener una huella digital exclusiva del país. En este sentido, debe ser realizado un esfuerzo conjunto entre científicos y empresarios locales para poner a punto un antídoto de uso específico en el país, que permita la independencia en materia de antivenenos en el Paraguay”, señala el investigador.