El Tribunal Colegiado de Sentencia de la capital, presidido por el juez Héctor Fabián Escobar y conformado por los jueces Wilfrido Peralta y Sandra Farías, deberá dar a conocer su veredicto el próximo viernes, en la última etapa del juicio a un hombre de 67 años, acusado por los hechos de coacción sexual, violación y abuso sexual en niños.
Este miércoles, la agente fiscal María José Abed expuso sus alegatos finales señalando que el hecho provocó severos daños psicológicos a la hoy joven de 22 años, quien fue abusada por el acusado desde que tenía 9 años. En ese sentido, solicitó al Tribunal una pena de 20 años de prisión.
Por su parte, el abogado Juan Claudio Gaona, representante de la querella, también expuso sus alegatos finales peticionando a los jueces la aplicación de una pena carcelaria de 22 años más otros 5 años de medida de seguridad, es decir, 27 años de privación de libertad.
En cambio, la defensora pública Blanca Ramírez, quien defiende al acusado, solicitó la absolución de su representado tras alegar duda razonable.
El juicio oral y público en el caso caratulado “J. I. V. R. s/ coacción sexual y otros”, prosigue el viernes desde las 8:00 con la realización réplica y dúplica, para luego dar espacio a los jueces a que deliberen y den a conocer su sentencia.
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Del abuso se supo 11 años después
La fiscala María José Abed informó que la víctima denunció los abusos de los que fue víctima recién en 2020, cuando ella tenía 20 años. Es preciso señalar, que la misma fue sometida desde que tenía 9 años, es decir, desde el 2009 hasta el 2015. El hombre en ese entonces tenía 54 años.
En ese sentido, la agente del Ministerio Público refirió que por la cronología en que ocurrió esto, primero fue un abuso sexual en niños, que luego se agravó a coacción sexual hasta llegar a la violación, ya cuando la misma tenía 15 años.
En la acusación se señala que el acusado logró ingresar a trabajar primero como jardinero a la casa de la familia de la víctima, a través de su pareja que ya prestaba servicios en ese domicilio.
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El ahora acusado ingresó primero como jardinero y tras ganarse la confianza de los dueños de casa, quedó a trabajar a diario, ejerciendo múltiples funciones del hogar e incluso acompañaba a la familia en viajes de vacaciones al interior.
El hombre poco a poco fue ganándose la confianza de los padres, que incluso estos dejaron a la niña al cuidado de este y su pareja en reiteradas ocasiones. Incluso cuando hacían viajes al exterior. Durante las ausencia del matrimonio, la pequeña vivió un infierno, ya que eran estos los instantes que aprovechaba el acusado.
Abed expuso que la víctima decidió denunciar los abusos en el tiempo de pandemia y que el encierro, por las emociones que generaba funcionó como detonante, según explicaron los psicólogos durante el juicio.
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Joven sigue con tratamiento
La representante del Ministerio Público expuso que el hombre, cuando abusaba de la entonces niña, usaba cierta violencia física y la manipulaba.
“La nena llegó a manifestar en cámara Gesell que no contó porque en cierta forma tenía miedo de que su papá se entere y le mate, pero el temor no era por la otra persona sino porque su papá podría terminar en la cárcel”, indicó.
En otro momento, la fiscala Abed refirió que el daño provocado por los abusos ya no se pudieron constatar por biología, pero sí a través de victimología, ya que “hasta hoy día tiene rasgos psicológicos que resaltaron los especialistas en ciertas cuestiones como los detalles, cronología, coherencia y por sobre todo el lenguaje corporal”, explicó.
La víctima también manifestó a los psicólogos que tuvo la intención de quitarse la vida, como consecuencia de la baja autoestima con la que quedó como derivación de los hechos, por esto se reforzó el tratamiento que hasta hoy día sigue recibiendo la misma.
En cuanto a la psicología del enjuiciado, la fiscala dijo que el mismo fingió demencia ante los psicólogos y psiquiatras que lo evaluaron a modo de que se lo declare irreprochable, pero a través de técnicas científicas se pudo constatar que el mismo entendía lo que hacía y está en pleno uso de sus capacidades.