El pastor evangélico Juan Ramón Miranda nuevamente deposita chatarra en las calles del barrio Puerto Pabla de Lambaré.
El pastor Miranda sostiene: “tengo que trabajar para mantener a mi familia”. Este argumento emplea desde hace 15 años, para desesperación de sus vecinos.
Las calles Capitán Gwynn y 24 de Mayo de Puerto Pabla nuevamente están invadidas por verdaderas montañas de chatarra, lo que implica una tremenda suciedad.
Lea más: Familia de chatarreros y vecinos en pie de guerra en Puerto Pabla
El viernes 2 de setiembre último, la Municipalidad de Lambaré había ordenado despejar las calles del vecindario. El mismo intendente, Guido González, intentó persuadir al pastor evangelista de retirar su chatarra de la calle. “No se puede admitir la ocupación de las calles y el arrinconamiento de los vecinos. La calle es de uso público”, expresó en esa oportunidad el intendente lambareño.
Al mediodía de ese día funcionarios municipales, con una fuerte escolta policial, retiraron las chatarras amontonadas en la vía pública.
El pastor y su familia, integrada por su pareja y siete hijos, tomó como propia las calles Capitán Gwynn y 24 de Mayo: tiene una flota de cinco camiones, dos automóviles y ocho motos. Todos los vehículos se utilizan para movilizarse en torno a la colecta y comercialización de chatarra.
Al llegar la noche, el material se deposita en las calles. Tremendas bolsas son arrojadas al suelo. Los vecinos fueron notificados por la familia del pastor que a las 22 horas ya deben tener sus respectivos vehículos dentro de las viviendas. Los camiones con chatarra tapan por completo los estacionamientos.
La tranquilidad duró poco
Luego de producirse el desalojo, los vecinos se organizaron para limpiar las calles. La comisión vecinal lideró el movimiento para, por fin, mejorar el aspecto de la arteria pública. Es evidente que la calidad de vida del vecindario tuvo un cambio drástico: luego de años de convivir con la chatarra, la limpieza devolvió vida al barrio.
La felicidad duró poco. Pasó exactamente un mes para que el pastor evangélico y su familia tomaran nuevamente las calles como suyas.
Lea más: Vecinos de Puerto Pabla recuperan calles ocupadas por chatarreros
Así, las vías terrestres de un sector de Puerto Pabla se volvieron nuevamente intransitables, sucias y controladas por una sola familia, con el argumento de que son pobres y tienen que trabajar.
No solo retornó la suciedad, ahora se sumó la prepotencia de la familia Miranda Álvarez. Sus hijos, Daniela y Andrés Damián fueron denunciados por golpear a vecinos, luego de descubrirlos tomando fotografías de la montaña de chatarra en la calle.
En la mañana de ayer la joven Sofía Villanueva fue citada por el Ministerio Público para informar sobre la golpiza que recibió. El supuesto responsable es Andrés Damián Miranda.
Otro tanto sucede con Daniela Miranda, a quien responsabilizan de atropellos, amenazas y golpizas a aquellos vecinos que tienen la osadía de fotografiar o filmar la chatarra depositada en la vía pública.
El pastor Juan Ramón Miranda dirige la pequeña iglesia denominada Culto a Dios, ubicada en la misma vecindad. Todos los domingos y algunos días de la semana, el vecindario tiene que observar al religioso dirigirse al templo correctamente trajeado.
Reclamo de los vecinos
Las jóvenes agredidas presentaron denuncias ante la Policía Nacional y el Ministerio Público. La comisión vecinal nuevamente está presentando sus reclamos ante la Municipalidad de Lambaré y el Ministerio del Ambiente.
El juzgado de faltas ya confirmó que debe reiniciarse el proceso: citar a la familia chatarrera, inspección de fiscales, ratificación de denuncias y luego una orden de desalojo, previa comunicación a las partes.
Mientras tanto, el pastor y su familia tomaron nuevamente por asalto las arterias del barrio. Lograron imponer un clima de terror, golpizas mediante, según las denunciantes.
Ahora se entiende la fuerte escolta policial para acompañar a los funcionarios municipales en el desalojo que tuvo lugar el viernes 2 de setiembre último.
Los vecinos, de nuevo tienen que meter sus vehículos cada noche, puntualmente antes de las 22 horas.