Esto generó una verdadera “industria” de la venta callejera del combustible, acompañado de un incesante ir y venir a través del puente internacional San Roque González de Santa Cruz, al punto que hay “paseros” que hacen hasta tres viajes al día para traer el carburante.
Cruzar el puente, en horario pico puede demandar no solo de una gran capacidad de resistencia física, sino también emocional, para aguantar tres, cuatro y a veces muchas más horas haciendo fila, sin tener un baño a mano para las naturales necesidades fisiológicas.
Se dieron casos de desesperados pasajeros que se vieron obligados a hacer sus necesidades en pleno puente.
La “viveza criolla” que nos caracteriza ya llevó a crear grupos de estos paseros que se comunican por WathsApp y se avisan de cómo está la fila, antes de emprender el viaje.
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Otra práctica utilizada es la de “crear” espacios entre vehículos sobre el carril del puente o en la calzada en tierra firme, para permitir que algún amigo o colega se “cuele” en la “cola” y éste raudamente se adelanta.
Esto ha generado más de una pelea, a golpes de puño y patadas y alguna que otra arma contundente cuando algún conductor reacciona justificadamente molesto.
Pero el atractivo comercial no se limita a combustibles, también frutas, verduras, hortalizas, huevos, aceites y lácteos son productos populares.
Por el contrario, los argentinos buscan aquí cubiertas para vehículos, telas de algodón, zapatos deportivos, abrigos y ropas de cama para invierno.
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