Paraguay nuevamente cuenta con un cohete, el “Arasunu II”, que pretende surcar los cielos en el Latin American Space Challenge 2022 (Desafío Espacial Latinoamericano 2022), que se desarrollará en Tatuí, São Paulo, Brasil, del 5 al 7 de agosto. El prototipo fue diseñado por el equipo aeroespacial de la Facultad Politécnica de la Universidad Nacional de Asunción (FP-UNA).
El desafío espacial es una de las mayores competencias de cohetes experimentales del mundo, que recibirá a 68 proyectos distintos y a más de 1.000 competidores provenientes de distintos países. Según el presidente del Club Aeroespacial FPUNA, Cristian Rivas, el equipo paraguayo competirá en la categoría de “1 km-Combustible sólido”.
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Rivas comentó que el objetivo del Arasunu II será alcanzar la altitud de 1 kilómetro, para luego desplegar sus paracaídas de forma autónoma. El cohete llevará a bordo una carga útil de relevancia científica consistente en un experimento de mapeado por imágenes y un experimento biológico, que captará e identificará los tipos de microorganismos existentes a un kilómetro de altitud.
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“Esta es una gran oportunidad para experimentar el mundo real en cuanto a ingeniería se refiere y aún siendo estudiantes. Las técnicas que un equipo debe utilizar para salir adelante en esta competencia van desde el gerenciamiento del proyecto hasta técnicas de implementación de nuevas tecnologías, lo cual representa experiencia valiosa para estudiantes universitarios y futuros profesionales”, enfatizó Rivas.
El equipo multidisciplinario que trabajó en el diseño y la fabricación del Arasunú II estuvo compuesto por 21 estudiantes que desarrollaron el prototipo con un sistema de control de aletas móviles, un innovador sistema de eyección de paracaídas, materiales compuestos y otras tecnologías.
Estudiantes hablan de un enfoque distinto al Arasunu I
El presidente del Club Aeroespacial recordó que el Arasunu I fue el primer proyecto emprendido por los estudiantes. “En menos de 5 meses pasamos de no saber ni por dónde comenzar a diseñar un cohete a conseguir hacer funcionar los altímetros, fabricar paracaídas y hasta logramos medir la fuerza de un motor hecho por nosotros mismos. Significó un gran primer paso”, indicó Rivas.
Explicó que para el Arasunu II el enfoque fue distinto. “Empezamos a centrar directamente en la innovación y en ganar la competencia. Para eso, lo que hicimos fue observar toda la tecnología que utiliza el resto de los equipos en el LASC y decidimos ir un paso más adelante en todos los aspectos”, refirió Rivas.
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Añadió que el nuevo prototipo los llevó a diseñar y construir un cohete considerablemente ambicioso, por lo que tuvieron que adoptar el mismo método de gestión de proyectos que utiliza la NASA.
“Entre las diferencias más notables entre el Arasunu I y el Arasunu II está en que éste último tiene un sistema de estabilización con aletas móviles, sistema de eyección de paracaídas utilizando CO2, fuselaje hecho de materiales compuestos e incluso una carga útil que puede desplegarse del cohete para cumplir su misión”, finalizó Rivas.