Las “escuelas especiales”, cuya denominación actual es de Centros de Apoyo a la Inclusión, son espacios pedagógicos habilitados por el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) que, bajo la Ley 5136/13, buscan atender las necesidades de niños, jóvenes y adultos con algún tipo de incapacidad.
En nuestro país, se cuenta con 86 Centros de Apoyo a la Inclusión, pero en su mayoría, disponen de muy pocos docentes que se hagan cargo de la educación y desarrollo de sus alumnos.
Dependientes de la Dirección General de Educación Inclusiva, estas escuelas reciben un acompañamiento similar al de las escuelas regulares en cuanto a recursos (desayuno, almuerzo y merienda escolar, kits escolares, entre otros), no obstante, requieren de más docentes para una verdadera atención de calidad.
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La titular de la Dirección de Atención de Alumnos con Necesidades Especiales de Apoyo Educativo del MEC, Mercedes Morel, manifestó que “siempre hay necesidad de capital humano calificado” debido a que muchos se van jubilando.
Sin embargo, como se trata de docentes especializados, “es necesario cumplir con el perfil y que tengan experiencia en el trabajo con personas con discapacidad”, refirió Morel.
Desde la escuela Don Luis Braile del barrio Tembetary, su directora, Silvia Salcedo, comentó que la educación inclusiva tiene su proceso.
“Hay mucho que hacer con las familias. Hay muchas aristas que hay que ir trabajando (...) Si hablamos de calidad educativa y transformación educativa, siempre vamos a necesitar de más profesionales”, expresó.
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Salcedo agregó que, mientras más profesionales existan, el abordaje será más personalizado.
Es prioritario aumentar y diversificar
Fátima Morínigo, una docente que trabaja hace 20 años en educación especial, enfatizó que es prioritario “aumentar y diversificar” la cantidad de docentes.
Para la profesional, no es solo sumar maestras de grado, sino elevar la cantidad de profesores de danza, de psicopedagogas, terapeutas y otros. “La educación de hoy es distinta a la de los años sesenta”, indicó.
Morínigo remarcó que el sistema regular de educación no funciona para los niños, ya sean estos con o sin discapacidad porque no respeta la diversidad.
“Un chico que tiene una capacidad distinta de aprender, incluso sin discapacidad, rompe ya el esquema y el sistema educativo es muy inflexible en ese sentido”, expresó.
Agregó que las experiencias exitosas de inclusión solo se dieron en escuelas con pocos alumnos y un plantel docente grande.
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En la escuela John F. Kennedy, que recibe a jóvenes con incapacidad intelectual y Síndrome de Down, la directora Magna Cuenca, también reforzó la afirmación de que es necesario contar con más docentes en aulas para mejorar la atención.
Respecto a su experiencia, recomendó que sería ideal tener una docente titular y otra maestra auxiliar por grupo pequeño de alumnos.