Con la presencia de varias autoridades nacionales, incluyendo al presidente y el vicepresidente de la República, Mario Abdo Benítez y Hugo Velázquez, monseñor Adalberto Martínez Flores presidió el tedeum en la Catedral Metropolitana en conmemoración de los 211 años de Independencia nacional.
En esta celebración, el arzobispo Martínez habló sobre lo que acontece actualmente en nuestro país, refiriendo que la violencia se ve como reflejo de la corrupción e impunidad que afectan a los paraguayos, sin dejar de citar los hechos de conocimiento público que también causan conmoción al pueblo, como el asesinato del fiscal Marcelo Pecci y las preocupantes denuncias por abuso sexual en niños.
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Con esto, monseñor dijo que las instituciones democráticas son débiles y que, ante la presencia del narcotráfico y el crimen organizado, la corrupción e impunidad van avanzando como una “epidemia que enferma de muerte el tejido social”.
“Está visible ante nuestros ojos. Un Paraguay así duele, mucho. La patria soñada puede convertirse en una pesadilla”, sentenció.
Asimismo, Martínez dijo que nuestro país requiere de “nuevos próceres patriotas” para profundizar y mantener la independencia nacional, de la que hoy se recuerdan 211 años, sin que el Paraguay siga con “hijos desgraciados”, con la presencia de “amos insaciados que usurpan todos los bienes”.
Hechos de violencia
Continuando, monseñor refirió que se debe cuidar a las familias y reiteró el dolor que causa a la Iglesia, acompañado de su repudio al abuso sexual contra menores, instando así a la adopción de acciones preventivas y al acompañamiento a las víctimas.
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Por otra parte, el religioso habló sobre el asesinato del fiscal Marcelo Daniel Pecci Albertini, un hecho que conmocionó al país y que no debe ser considerado como “un caso aislado”, exigiendo así a las autoridades que se logre un pronto y total esclarecimiento del hecho, con la identificación de los autores morales y materiales.
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“La Iglesia sostiene que, para aumentar los niveles de la seguridad nacional, no se debe priorizar sólo el aumento de las medidas legislativas o de las fuerzas del orden, sino de la atención adecuada a la población y de las condiciones de vida”, citó.
Prosiguiendo, monseñor también saludó y bendijo a todas las madres del Paraguay, a todas “las gloriosas mujeres paraguayas”.
La pobreza
Por otra parte, Martínez también refirió que el “Paraguay es un país bendecido”, ya que, según él, produce alimento suficiente para satisfacer las necesidades de su población; es rico en recursos naturales, sin embargo, cientos de miles de paraguayos pasan hambre y pena por las múltiples privaciones que sufren las familias empobrecidas.
“La pobreza y la precariedad son males en sí mismos; existen zonas de fractura del tejido social por la inequidad creciente en el acceso a oportunidades y al desarrollo por el acaparamiento de bienes por algunos pocos”, puntualizó.