Iglesia Catedral se enreja de los pobres y menesterosos

Como un atropello a la razón, a la cultura, a la inteligencia y a la identidad nacional, se puede considerar el enrejado de la Catedral Metropolitana. El domingo asume el nuevo arzobispo Adalberto Martínez y su primera decisión debería ser mandar al basurero las rejas y abrir de par en par el edificio a todos los paraguayos.

La Catedral Metropolitana fue enrejada para que los pobres ya no descansen en el lugar. Es la única razón que justifica el desatino, porque no se puede esgrimir inseguridad a 50 metros de la Comandancia de la Policía.Diego Peralbo
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La Catedral Metropolitana, construida durante el gobierno de Carlos Antonio López, con la plata de todos los paraguayos, en un patrimonio nacional que debe ser protegida en toda su integridad. Por tal distinción no puede recibir ninguna remodelación, salvo para preservar su estructura de un posible derrumbe.

La Catedral Metropolitana enrejada pierde su esencia, su identidad y su cercanía al pueblo.

El enrejado de sus galerías que se realiza en estos momentos es un atropello al edificio. Es inadmisible vallar para protegerse de los pobre o menesterosos que descansan allí porque se les niega techo, por más que hagan sus necesidades en el lugar. Para eso está la inteligencia en dotarle un albergue o baños públicos. Argumentar que se enreja por la inseguridad hasta sería risible, a 50 metros de la Comandancia de la Policía Nacional. Nadie discutiría si se destina allí guardia policial las 24 horas porque el edificio es histórico.

Así quedará el edificio enrejado. Es un atropello al patrimonio histórico.

En nuestro país las galerías alrededor de los edificios públicos y casas coloniales fueron pensadas para que bajo su sombra la población que visita el centro tenga un resguardo del sol o de las lluvias. Sin embargo, con esta decisión del arzobispado o de quien sea, lo único que se busca es evitar que esos pobres, menesterosos descansen allí.

El Papa y los pobres

El papa Francisco jamás prohibió a los pobres y menesterosos ingresar al Vaticano. Al contrario, hasta almorzaba con ellos y habilitó incluso sanitarios para que allí hagan sus necesidades y tomen una reparadora ducha. Sin embargo, aquí se les privará las galerías. Esos corredores merecen una iluminación perfecta para que luzca en todo su esplendor por las noches.

Aun es hora de detener la obra, falta colocar las rejas en un buen tramo del corredor.

No es la primera vez que la Catedral Metropolitana sufre atropellos a su estructura. Por su estilo y por ser hermana del templo de Trinidad, en su interior, las columnas estaban revestida con una hermosa policromía, que los obispos de turno la mandaron al infierno, al pintarla de un solo color. Hace poco se descubrió esa policromía y está a la vista en su interior en una de las columnas, y en la pared cerca de la puerta principal.

Enrejar la Catedral es un atropello a la razón, a la cultura, a la inteligencia y a la identidad del Paraguay. Quién no conoce ese edificio que a lo largo de la historia fue testigo de glorias y tristezas del pueblo paraguayo. Alejar sus veredas de la gente es un barbaridad.

Nuevo arzobispo asume el domingo

El domingo asume el nuevo arzobispo metropolitano, Mons. Adalberto Martínez, y ese día ya debería tener un contingente de herreros para que a la 12:05, cuando haya tomado posesión, su primera decisión sea ordenar que a sierrazo limpio se retire las rejas y vayan a parar en el basurero del Seminario Metropolitano.

Con justa razón la ciudadanía debe exigir una explicación a las autoridades eclesiásticas el motivo del enrejado. También deberían responder el MOPC y la Secretaría de Cultura, instituciones que igualmente son responsables de este atropello a la inteligencia.

Historia

La actual Catedral de Asunción es la quinta construida. En 1828, Gaspar Rodríguez de Francia comentaba que “el templo que sirve de Catedral no es más que un antiguo armazón sobre postes”. En 1842, Carlos Antonio López mandó derribar la anterior Catedral para edificar otra nueva en el sitio. Según los documentos de 1842, el autor del diseño y director de obra fue el maestro arquitecto Pascual Urdapilleta. En 1844 el director de obra pasó a ser el maestro Tomás Verges. La obra concluyó en la década del sesenta del siglo XIX, siendo una de las obras más importantes del gobierno de Carlos Antonio López.

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