El dato fue proporcionado por los investigadores, quienes señalaron que la víctima trabajó por más de tres años en la residencia de Miguel Ángel Insfrán, que está ubicada en el barrio Santísima Trinidad y que fue una de las primeras en ser allanada en el marco del operativo “A Ultranza PY”. Fátima Rejala trabajaba como cocinera, mientras que una de sus primas ejercía del rol de niñera. Ambas dejaron el trabajo hace unos dos meses, explicaron.
Siempre de acuerdo con los agentes, la casa de Fátima Rejala, el lugar donde fue ultimada está en la calle República de Colombia casi Transchaco, barrio Universo de Mariano Roque Alonso, frente a la vivienda de Petronila Galeano, madre del prófugo Miguel Ángel Insfrán. Se ubica también a 50 metros del salón de convenciones de la iglesia Avivamiento y de un tinglado, que también era utilizado por la estructura narco desmantelada.
Vecinos y allegados informaron a los investigadores que el sábado de tarde uno de los familiares de Fátima Rejala fue gritar al guardia que custodiaba la casa de Petronila Galeano que abandonaran el lugar, debido a que todos sabían el “negocio de porquería en que estaban metidos”, según dijeron.
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Siguiendo con el hilo de la información manejada por los uniformados, al día siguiente, el domingo 27 de febrero, Fátima Rejala, supuestamente recibió la visita de un supuesto familiar de Miguel Ángel Insfrán, quien le advirtió que “no se meta en la investigación” que está dejando al descubierto los oscuros negocios de su expatrón.
Sicarios fueron a la casa de la cocinera un día antes del crimen
Coincidentemente, al día siguiente, en la mañana del lunes 28 llegaron por primera vez a la casa de la víctima los dos sicarios. Se presentaron como empleados de una financiera y preguntaron por Fátima Rejala, pues supuestamente la mujer tenía una cuenta impaga.
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La dueña de casa negó la cuenta y no dejó pasar a los desconocidos, quienes se quedaron en el portón, donde uno de ellos fue fotografiado por un testigo. Ese día, los matones abandonaron el lugar sin intentar un ataque porque aparentemente había mucha gente en el lugar.
En la mañana del día siguiente, el 1 de marzo regresaron los pistoleros, y nuevamente encararon a la mujer con la historia de la deuda. Cuando esta negó de vuelta la acusación, los desconocidos le pidieron que les mostrara su cédula. Tras confirmar que efectivamente era Fátima Rejala, uno de los desconocidos la mató de un tiro en la cabeza con una pistola calibre 40. Luego escaparon.
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Los policías tienen imágenes de circuito cerrado de la huida de los sicarios y la foto de uno de ellos, con tapabocas, que fue tomada en la casa, un día antes.
Luego se supo que la casa de la señora Petronila Galeano ya estaba abandonada y que se llevaron casi todo los artículos electrónicos, incluyendo la memoria del circuito cerrado, según dijeron.